Por Luz Balaña
Fotos: Magdalena Ladrón de Guevara

Empujás esta puerta fileteada de la Diagonal Norte, y entrás en un barrio, un espacio distinto. Se calma el trajín turístico de la zona, se achican las dimensiones enormes de la Buenos Aires del Obelisco, y la música se vuelve sincera.

Las lozas del piso fueron caminadas como calles antiguas, y cerrando los ojos sabés que estás en un cafetín de verdad, de esos de antes, en que atendían a los habitués llamándolos por su nombre o su bebida favorita.

Empujás la puerta del Bar de Julio, y entrás en otra época. Una época lejana y nuestra a la vez, diferente de la que te venden en los letreros gigantescos y fluorescentes de la avenida Corrientes. Una época de madera, de olor a café, y de violas que respiran Tango. Una época paralela en la que conviven Gardel, Juárez, Goyeneche, Moscato y Villareal, y hasta Mosquita, la pebeta nueva del Tango porteño. El antaño, el hoy mismo y el mañana abrazados en el mismo jarrito de café. Si no lo creés, te lo recuerdan las innumerables fotos colgando de las paredes. Rivero y el Polaco trasnochaban acá, sentados en esta silla quizás…

Cantaban en este barcito con la misma generosidad y la misma alegría que los músicos que hoy invita Javier Díaz González, él mismo gran músico, habitué y programador del Bar de Julio.

Howard (pronuncien como puedan), el dueño actual de esta pequeña empresa familiar, insiste en un aspecto: ahí, no hay estrellas, entran tangueros “de verdad”, tocando con los músicos y cantantes profesionales o amateurs de paso por el bar sin otra preocupación que el compartir. Todas las tardes, se encuentran en estas guitarreadas pibes y mayores, de traje o de jeans, la voz ronca de experiencias y noches, o temblante de primera vez. Vienen algunos de los más grandes del circuito actual del Tango, y tocan acá, en la mismísima vereda. Con el mejor sonido para un cliente como para 50, y para los transeúntes que no pueden pagarse un café y aplauden desde los bancos de la Diagonal.

Los precios son más que abordables, porque la casa prefiere que se llene la gorra de los músicos. Howard dice que no canta, pero se sabe todas las letras de memoria, como su señora, y como Luis, el mozo, que canturrea distraído mientras aleja las palomas. Howard dice que no canta, pero prodiga sus consejos a todos los novatos que llegan a su bar, y este bar es un sello, un primer escenario, o el último, un hogar, un pasado y un porvenir. Este bar… es un barrio.

El Bar de Julio
Dirección: Av Roque Saenz Peña 1129 (Diganonal Norte y Cerrito)

 

 

 

6 COMENTARIOS

  1. Hola me gusta cantar tangos. Dicen que lo hago bien. Se puede ir a canta? Que día ? A que hora? Muchas gracias!!!!

  2. HOLA BUENOS DIAS-HE ASADO POR ESTE SITIO-ME ENCANTO SOY EX CANTANTE DE GRANDES VALORES Y SOBRINA DE MARIO CLAVEL-ESTOY CON BRINDANDO SHOW CON MI BANDA DE MUSICOS-TONAL4—SOMOS CUATRO PERSONAS–Y NOS GUSTARIA BRINDAR UNAS CANCIONES EN ESTE LUGAR–DESDE YA ESPERO UNA RESPUESTA FAVORABLE MUCHAS GRACIAS-GRA
    CIELA

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