Por Vanina Steiner
Fotos: Juliette Igier

Hernán Lucero se define como cantor criollo. En poco más de 10 años este artista transitó diversas agrupaciones y experiencias. Tiene editados 3 discos con la agrupación de guitarras «Bardos Cadeneros» y 3 discos como solista. Actualmente recorre los más variados escenarios como cantor de la Orquesta Típica de Víctor Lavallén. Su último disco «Lucero» está nominado para el Premio Gardel como mejor álbum de cantante masculino de tango.

 

Contanos de tu último disco, “Lucero” que fue nominado para los premios Gardel 2013.

Sí, así es. Es una gran satisfacción este reconocimiento. Tuve el placer de trabajar con invitados como Hilda Herrera y Juan Falú. Colaboraron también Tute (el humorista gráfico) y Enrique Estrázulas, el gran poeta uruguayo, para mí quizás el más grande poeta latinoamericano actual, junto con Gelman.
Este disco cierra también una etapa, que es el proyecto con Bardos Cadeneros. Incluí los últimos 4 temas que grabé con ellos. Cuando digo los Bardos me refiero a la última formación que fue cambiando con los años y respecto de los comienzos sólo quedamos el guitarrón, Sergio Barberis, y yo. En estos 10 años pasaron muchos músicos por “Bardos cadeneros”. Fueron años muy productivos, y para mí en lo personal de mucho aprendizaje. Yo hace mucho que estoy en la música, pero en el tango podría decirte que este proyecto fue como una escuela para mí.

¿Cuándo empezaste a dedicarte a la música?

Empecé de chico, aprendí a tocar la guitarra a los 10 años y empecé cantando folclore, como casi todo el mundo. A los 13 años armé una banda de rock. Era un grupo de amigos, en esa época estaba lejos de pensar en ser músico. Yo quería ser jugador de fútbol. Hasta los 20 estuve yendo y viniendo de alguna bandita de rock, como cantante, o como guitarrista.

¿Y cuándo empezaste a hacer tango?

A los 21 más o menos empecé a meterme en el canto del tango. Porque en el tango estuve siempre, me gustó siempre. Pero por esa época empecé a tomarme en serio el canto, a estudiar y a cantar.

¿Cuáles fueron tus referentes?

Lo que más me atrapó del tango, ya de chico, fue Gardel. Gardel y todo su repertorio, que en toda su carrera, por lo menos la mitad o más, hizo canciones criollas. Empezó cantando canciones criollas y sus últimas grabaciones también fueron canciones criollas.

Por eso a mí el término folclore no me gusta mucho usarlo, me parece que tiene algo de pieza de museo. Esto ya lo decía el Chango Farías Gómez, a quien yo admiro mucho, que el folclore es una música que está en constante movimiento, en constante evolución y cambio. Con el tango me parece que pasa lo mismo. A mí me gusta más usar “canción criolla”. Cuando digo canción criolla es la canción nuestra, de esta región. Yo considero al tango parte integrante de esa gran familia musical que es la canción criolla. No lo puedo separar del folclore. Será también porque si bien soy porteño, vengo de una familia del interior.

Así que mi influencia más importante es Gardel. Pero también Charlo, Nelly Omar, Aníbal Troilo, Hugo del Carril. Muchos caminos confluyen en mí como cantor.
Escuché mucho tango y conozco muchas canciones. Yo jamás estudié una canción para cantarla. Yo la escucho, y me enamoro de la canción. Entonces la vuelvo a escuchar y a la cuarta o quinta vez, me la aprendí. Otros compañeros trabajan poniéndose a estudiar la letra, bueno a mí no me sucede eso.

Felizmente lo que está sucediendo de los últimos años para acá, yo lo ví en esos 10 años con Bardos Cadeneros cuando salíamos a tocar, que la gente se vuelve a encontrar con esta música. Y hoy felizmente hay una cantidad importante de compositores, letristas, músicos, intérpretes.

¿Componés con la guitarra?

No, compongo cantando. Yo canto. Tengo un grabador parecido a éste (señala el que nos está grabando). Después si, agarro la guitarra, le pongo una armonía. Algo muy elemental, yo no me considero un compositor, me considero un hacedor de canciones.

Vos componés música además de escribir letras ¿qué dispara más tu proceso creativo, la letra o la música?

Por lo general es la música. No me sale ponerle música a una letra. Salvo excepciones, cosas puntuales como puede ser cuando trabajé con Tute, por ejemplo, con quien hice mi segundo disco solista. Ahí sí se dio, que puede surgir una idea para una cuarteta, pero el resto se desarrolla solo, por lo general siempre trabajo desde lo musical.

 ¿Por qué es importante definirte como cantor criollo?

El cantante es un intérprete, en cambio los cantores criollos traemos una historia importante con nuestro arte. Los cantores de tango somos cantores porque el pueblo nos dice así, la gente nos llama así, porque les traemos la tradición. Aunque la palabra “tradición” suene rara ¿no?, porque es una tradición tan reciente… hay una canción de Alfredo Zitarrosa, muy hermosa, que dice “cuando canto soy un hombre con un pueblo en la garganta…»

¿Como vivís la escena actual del tango?

Me entusiasma mucho lo que pasa. Yo veo en los pibes jóvenes una solvencia, un conocimiento del género, muy importantes.
En los últimos años hemos recuperado, afortunadamente, la tradición guitarrera del tango. Yo no soy el único cantor criollo, somos unos cuantos. Y se ha desarrollado todo un lenguaje guitarrístico, a partir de la escuela, del conservatorio, y eso está muy bien. Lo que me parece que nos está faltando es algo de ese carácter ”bolichero”, popular, de la parrilla a la noche, pero además de algo que está en la mano derecha… y cuando digo en la mano derecha me refiero al ritmo, a la púa, algo que se ha ido perdiendo. Es lo que siempre traté de mantener con los Bardos Cadeneros, que es lo que nos ha diferenciado siempre y lo que destaca también a Carlos Juarez, ese ritmo Greleano si querés, o de José Canet, el sonido de esos grandes conjuntos de violas. Que además de tocar tangos, tocan estilos, cifras, milongas, cuecas, zambas, todo. Conocen al dedillo toda la música nuestra.

Por eso decía que veo con mucho entusiasmo todo lo que está pasando en el tango. Somos protagonistas de un notable momento del tango. Hace 10 años cuando yo aparecí era medio un delirio un tipo que cantara canciones criollas salvo Cardenal y Chambouleyron, era raro. Afortunadamente hoy en día es mucho más común que un tipo cante y componga sus canciones.

Necesitamos muchos espacios más, espacios como esta revista, los espacios autogestionados y también el apoyo del estado y de los privados. Incluso el tango puede ser un buen negocio. Estoy seguro de que puede ser un buen negocio. Quién sabe por qué no se lo difunde más en la televisión abierta. Quizás porque tenemos metido ese prejuicio, el prejuicio del peluquín…

¿Quizás porque también la televisión, tal cual la conocemos ahora, tiene más una preocupación por el entretenimiento pasatista? ¿Vos crees que si hubiera un espacio, los músicos de tango irían a la televisión a pesar de ese prejuicio del peluquín?

Si, yo creo que sí. Yo iría. Siempre y cuando estén dadas las condiciones para hacer la música nuestra, las condiciones quiere decir que el público pueda escuchar, pueda haber un ambiente en el que se pueda apreciar lo que se toca. Creo que estamos haciendo las cosas bien y creo que con el tiempo el público de tango irá creciendo también. Estoy convencido de eso.
Hace unos años había un programa que era muy importante, porque nos daba espacio a todos, que dirigía Guillermo Fernandez en canal 7. Sería buenísimo que volviera un programa así.

¿Qué sentís que falta para fomentar la actividad musical, además de leyes como la ley de música?

Creo que haría falta, precisamente, tener más presencia en los medios para llegar a un mayor público.
Aunque el estado ha hecho cosas, por ejemplo la ley de medios que a mi criterio es tan importante como la misma ley de música. Son cosas que se van logrando y desde ese punto de vista creo que se está haciendo mucho por la cultura popular. Son importantísimos el canal Encuentro, o Incaa TV. En Incaa TV por ejemplo podés ver el mejor cine argentino de nuestra historia, podés ver las películas de Gardel, Hugo del Carril, Libertad Lamarque, y eso es el tango. Es la época de oro del tango, películas en las que participaron Pichuco, Charlo, Jorge Vidal, es un placer!

¿Cómo es trabajar con la orquesta de Víctor Lavallén?

Con la Orquesta Lavallén hace dos años que canto. Lavallén también es una influencia importante para mi, la última influencia digamos. Todavía estoy asimilando el estilo, que es tan fuerte, tiene tanta información, que lleva un tiempo asimilarlo. Actuamos muy seguido, recorremos los barrios del conubarno, barrios muy humildes. En estas oportunidades veo como al público que quizás uno piensa con prejuicio que espera escuchar la música que se pasa por los medios masivos de comunicación como puede ser rock, chamamé o cumbia. Muy lejos de eso, cuando llegamos y a veces compartimos escenario con chamameceros por ejemplo, y nos reciben con un amor, con una gratitud conmovedora. Con la sensación, me parece a mí, de experimentar una suerte de restitución o de encontrar un bien perdido. Yo tengo una imagen, de estar cantando en un barrio muy humilde de Lanús o Lomas y ver mucha gente, varios cientos, quizá mil personas. Y ver a un costado a unos pibitos, bien atorrantes, todos embarrados con la pelota abajo del brazo, escuchándonos atentos, y sorprendidos. Y escuchando nada menos que la orquesta de Lavallén, que es un referente tan importante. Yo vi en la cara de esos pibes que les gustó. Ví cómo estaban observándonos, sobre todo a los músicos más jóvenes. Y pienso ¿quién sabe?, por ahí de acá sale algún día algún violinista, bandoneonista, o algún cantor. Ojalá salga algún cantor

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