Por: Cintia Barrionuevo*
Fotos: Marina Monasterios

 

Osvaldo Bayer nació el 18 de febrero de 1927 y murió hoy, el día en que la mayoría del pueblo explotado y empobrecido festejará la Nochebuena. La noche en que muchas mujeres se reunirán con sus familias, luego de haber denunciado ellas o escuchado a otras denunciar violaciones y abusos. El hartazgo frente a tantas violencias es cada vez más visible. Ocurre la muerte de un anarquista en un contexto en el que urge poner el corazón en las luchas colectivas y encender la dinamita del “NO”.

Una entrevista, realizada a comienzos del 2016, me permitió conocer a Bayer. No tengo la fecha exacta, pero sí el motivo: saber de su relación con el tango, precisar algo sobre las letras del disco “Tangos Libertarios” que el Quinteto Negro La Boca presentaba en aquella época. Quienes pudimos verlo junto al quinteto liderado por Bernaba, sabemos lo fascinante que era que él, uno de los intelectuales más respetados de nuestro país, subiera al escenario para decirnos cosas como:

“Tango y anarquía. Música para los ideales. Igualdad en libertad. Cantar a la madre pobre y soltera del barrio, al niño con hambre, al obrero preso. El canto y el baile como protesta. La palabra, la música, la poesía para cantar el derecho al trabajo, al amor a la familia, a la compañera de vida y a los ideales (…) Poner el pecho por los demás, por un pan digno para todos y flores para el futuro.”

Luego, la magia de que después de sus relatos sonara un tango o un vals, o una milonga. Quiero decir: ¿Vos viste a Bayer compartiendo el escenario con quienes estaban cantando sus letras? Imaginalo a Bayer anciano, mirando en silencio. A Bayer eternamente joven disfrutando la buena compañía y la música. Pensá en el Bayer tierno y comprometido que me dijo, con cierto pesar “Debí haber escrito más canciones de amor”. Ese hombre era una obra de arte viviente.

*Socióloga y cantante de tango

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