Por Ricardo Steiner

Estuvimos en la Casa del Bandoneón y charlamos con Oscar Fischer, su titular, sobre el instrumento, el tango y la fuga de bandoneones que, gracias a una serie de medidas que intentan protegerlo, está por ser declarado como Patrimonio Cultural de la Nación.

Cuando uno llega a La Casa del Bandoneón, de inmediato se respira un aire diferente. Los instrumentos y las herramientas, los libros y las fotografías le dan al lugar una ambientación cálida y acogedora. En este marco un grupo de periodistas tuvimos acceso a charlar con Oscar Fischer, experimentado luthier y dueño del lugar.

De la charla con Oscar, la cual tuvo al bandoneón y el tango como temas centrales, sacamos varios puntos en claro. Es importante saber ¿qué es la Casa del Bandoneón? La respuesta es simple, por un lado se trata de un lugar físico, el taller donde Oscar repara bandoneones y donde además tiene armado un museo, en el cual se encuentran una importante colección de partituras y métodos para el estudio del instrumento. En este espacio hay instrumentos de todas las edades adornando vitrinas y paredes, también hay material fotográfico, literario, piezas de instrumentos y herramientas para su reparación y fabricación. Está en plena calle Defensa, en el barrio de San Telmo.

Por otro lado, La Casa del Bandoneón es una institución, que desde un costado virtual, como Asociación Civil, defiende al bandoneón, difunde su historia y trata de protegerlo de las diferentes amenazas que el instrumento sufre hoy día y que parecen llevarlo inexorablemente a su extinción.
Una de ellas es la que Oscar ha llamado la fuga de bandoneones. Esta fuga tiene que ver, entre otras cuestiones, con la compra que turistas de diferentes lugares del mundo, mayormente Japón y Europa, viene realizando en forma indiscriminada y que, muchas veces, los instrumentos no terminan en manos de músicos, sino destinados a adornar las casas o empresas de estos particulares. También hay empresarios o músicos argentinos, que en sus giras y viajes al extranjero llevan y venden bandoneones al mejor postor. La actividad en un principio es legal, como también lo es que un turista se lleve un souvenir de cuatro mil dólares. Sí existe, sin embargo, un costado moral en este tema, y tiene directa relación con su lado práctico: la falta de bandoneones para los músicos argentinos. Así, el instrumento tiende a desaparecer y con él, el tango como expresión de la música de una ciudad.
La cotización del dólar y el euro han generado que el mercado europeo sea una tentación también para las casas de música de nuestro país.

La venta en este mercado, a coleccionistas y músicos extranjeros, ha elevado considerablemente el valor del instrumento, lo que lo vuelve prácticamente inaccesible para los músicos y estudiantes locales.
Para contrarrestar esta situación, La Casa del Bandoneón, ha propuesto que se lo declare Patrimonio Cultural de la Nación y que se establezcan una serie de medidas tendientes a frenar la salida indiscriminada del instrumento. Hay que destacar que la ley para declararlo patrimonio cultural tiene media sanción de la Cámara de Diputados.

Pero Oscar no se quedó sólo en eso. Trabaja también en un proyecto que tiene la Universidad de Lanús. La idea es lograr la fabricación de un bandoneón de estudio, que resulte económico a la hora de comprarlo. De esta manera, a un precio accesible, el instrumento puede recuperar posición y generar un mayor interés, sobre todo en jóvenes y niños en edad escolar, que, a la larga, devuelvan al bandoneón su lugar privilegiado en la música del Río de la Plata. Es muy probable que de existir un instrumento de fabricación nacional y a un bajo costo, el tango vuelva a ser un género vivo y en evolución. Se recordarán las épocas de oro, pero la proliferación de fueyes y amantes del tango tendrán un efecto que es difícil de calcular y que seguramente dará sorpresas.

Oscar nos entrega datos estadísticos sobre los instrumentos que entraron alguna vez al país, cómo fue variando la cantidad y cómo, finalmente hoy, la situación es preocupante.
Según nos cuenta, existe un mito acerca del Doble A, bandoneón de origen alemán fabricado por dos primos de apellido Arnold , de ahí las siglas del modelo. Queda muy claro que el Doble A es un instrumento de gran calidad que se dejó de fabricar hace más de sesenta años. Sin embargo Fischer se encarga de aclarar que no es imposible alcanzar esos niveles de construcción y sonido con instrumentos de fabricación actual.

De hecho, otro de los proyectos de Oscar es la presentación de un instrumento fabricado en la Argentina. Próximo a presentarse, el bandoneón argentino será la demostración de que el mito no es falso, sino que es sólo eso, un mito.
La Casa del Bandoneón, y Oscar Fischer, opinan que la escasez de instrumentos debe ser combatida desde tres frentes, la protección de la exportación a través de una ley, la fabricación local de instrumentos y la creación de un registro nacional de bandoneones, que limite el robo, que es otro de los flagelos que acosan a los músicos en estos días y que cuenta, lamentablemente, con la complicidad de muchas casas de música, las cuales no exigen documentación y revenden a muy buenos precios bandoneones que pagaron baratos, por su dudosa procedencia.

Desde La Casa del Bandoneón se trabaja para evitar su extinción. Desde esta Asociación Civil se cumple, como muchas veces y en muchos ámbitos, con una tarea en la que el Estado y sus políticos, con nombre y apellido, han dejado a la deriva.
Es más que interesante la idea de un instrumento de estudio. Pensamos que seguramente ésta será la mejor manera de promover una difusión masiva del bandoneón. El registro nacional para el instrumento y la protección en relación a la exportación harán el resto.
Quizá de esa manera volvamos a escuchar las melodías naciendo de un fueye, y den un paso al costado las quejas de bandoneón.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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