Por Cintia Barrionuevo
Fotos: Oscar Vazquez y Nazareno Borrach

 

Un clásico de Canaro/Caruso y uno de Joy Division en una misma lista de temas. Una pintura de Grosz y la palabra lunfarda biorsi en una misma canción. Berretines literarios. Auténtica melomanía. La truculencia de “cuentitos” que quieren ser contados. Géneros que se cruzan y que sólo importan como discursos, porque así pueden convivir como han sabido hacerlo en el devenir de la historia personal de muchos de nosotros. Todo lo anterior es parte del universo de la banda platense de rock Malayunta Orquestita que el viernes 15 de abril festejará 5 años en la cervecería Cabra52 (Calle 34 e/27 y 28).

Charlo con Hernán Minardi, a quien conozco como Menard, y me asegura: “Me gusta el tango lunfardo, me gusta el tango de los ‘20 y ‘30, prefiero el tango de guitarras, Gardel, Corsini, Mercedes Simone. El tango que es medio reo y, como dice el gordo Alorsa, que nació malparido. Eso es lo que más me interesa del tango. Y eso también tiene que ver con el nombre de la banda: la malayunta que refiere a la esquina, a los amigos que tus padres no quieren porque no quieren que seas como ellos -aunque por ahí vos ya sos como ellos o sos el que los conduce- a los malos hábitos, a cierta visión decadente del entorno, del amor y de las experiencias humanas”.

El grupo está integrado actualmente por Menard (guitarra criolla y voz), Diego Peralta (guitarra eléctrica), Maximiliano Mazzeo (trompeta), Mauro Barreca (bajo) y Marcelo Veiga (batería). Su primer EP –Malayunta– fue editado en 2011, tres años después grabaron Tristes hazañas de un dopado y en estas semanas se encuentran cerrando Campo o el barullo de los insectos en el Estudio Votök de La Plata.

 

Una atmósfera

C.B: Escucho muchas veces a tangueros jóvenes que dicen “cuánto rock tiene”, por ejemplo, un tema de D’Arienzo. Parece que siempre la referencia es el rock que a muchos de nosotros nos llegó en la pubertad o adolescencia; mientras que a veces el tango y el folklore estuvieron presentes antes, en la niñez… En tu caso ¿Hay esa historia “previa”?

H.M: Nací en Carmen de Areco, soy de un pueblo chico y en mi casa se escuchaba mucho folklore y tango. Es más, yo aprendí a tocar con mi madre y con un primo de mi madre mis primeros acordes en la guitarra. Cantaba La Torcacita, Lunita Tucumana… Mis primeros petates tuvieron que ver con eso. Después, en la adolescencia uno mata a sus padres, en un sentido simbólico, y parte de eso es escuchar otra cosa; ahí empecé a escuchar punk, etc. Al mismo tiempo siempre tuve un berretín con la poesía. Soy medio fanático de algunos poetas que tienen que ver con el decadentismo occidental y, promediando los 30, empecé a encontrar en letras de tango esa atmósfera, que yo también encontraba en Joy Division.  Me empecé a interesar por Carlos de La Púa, Nicolás Olivari, el Yacaré, González Tuñón, Contursi, los hermanos Expósito, Homero Manzi. Para mí no es una contradicción toda esa mezcla: Baudelaire, Rimbaud, Nicolás Olivari e Ian Curtis. Es parte de mi historia musical.

Creo que lo que hacemos en Malayunta Orquestita es buscar un puente simbólico entre esas cosas que al parecer son tan disímiles, inclusive que generacionalmente no tienen nada que ver. Nosotros pertenecemos a una generación que tenemos derecho a reformular el tango. Pasaron cien años desde “Mi Noche Triste”, tenemos derecho a reformularlo y tocarlo con otro tipo de sensibilidad, de hecho, la historia del tango muestra eso. A mí lo que más me atrae no tiene que ver con lo netamente musical sino con una atmósfera literaria, con un cuentito y con una época.

C.B: Decís que aquello que los emparenta con el género no pasa por lo rítmico sino por la letrística y, a partir de allí, por el aspecto melódico. ¿De qué manera se da eso?

H.M: Creo que he hecho un esfuerzo para tener un coqueteo bien presente con el tango desde la voz, desde lo melódico. Hay algo que me seduce mucho del tango que tiene que ver con una especie de aire que queda en medio de las letras, con un punto y coma, una pausa dramática, que a mí me gusta mucho y he tratado de emular a veces con mejor suerte que otras.  Ese lazo es más un coqueteo que una cuestión concreta, es ir en búsqueda de algo que no se sabe si logramos.  Pretensiones, si se quiere, en la línea melódica.

Desde lo lírico tiene que ver con un universo decadente, que son historias que a mí me gusta contar. Pequeñas historias trágicas que si uno las escucha en serio tienen cierto cinismo dando vueltas. No hay un lamento, hay más una mirada desde arriba. Una historia que nos compromete y no nos compromete. Tiene que ver con esos poetas del decadentismo que poetizan sobre una ciudad que está floreciendo y, bueno, nosotros podríamos poetizar sobre una ciudad que está colapsando.  Una ciudad que se está inundando… No sólo decae la ciudad, decaemos nosotros. Y no lo digo desde la moralina, porque no condeno esa decadencia, a mí me encanta. Festejo haber nacido a esta altura del siglo. ¿Me hubiese gustado tener 20 años en 1920? Si, también.

El tango desde el rock y viceversa

En marzo había coincidido con Menard en dos espacios. Uno fue el Ciclo Mistongo en La Plata, un interesante ciclo de conciertos que organiza junto al periodista Ignacio Villabona. Otro fue el espectáculo que las agrupaciones Barsut y 34 Puñaladas dieron hace poco en Buenos Aires. Recordó que allí “escuchamos todos tangos del siglo XXI” y también una versión de la canción “Porque hoy nací” de Manal -una de las bandas fundacionales del denominado Rock Nacional.

En Argentina el tango y el rock han sabido encontrarse como discursos artísticos. La senda de los Malayunta se nutre y se conecta con otras apuestas locales que van en el mismo sentido. Referentes como Daniel Melingo, Pequeña Orquesta Reincidentes, Ángela Tullida, Buenos Aires Negro, Adamantino, La Quimera del Tango; ciertos discos de Los Visitantes, Estelares y Me Darás Mil Hijos no podían estar ausentes en nuestra conversación.

“Pertenecemos a una generación con derecho a reformular el tango”

H.M: [En los años 90’s hubo] “una efervescencia que después decayó toda junta. En los 2000’s , deja de tocar Pequeña Orquesta, Los Tullidos se separan, Adamantino desaparece, Mil Hijos sufre una transformación (de ser 9 pasan a ser 5), fallece el Peche. Y a mí esa estética me interesaba. Intuía que pasaba por Nick Cave, Enio Morricone, Gardel… Aprendí mucho yendo a verlos; viendo tocar a algunos y compartiendo noches de tertulias y tragos con otros. Siempre escuchando e intercambiando música, ampliando nuestros horizontes”.

C.B: No sé si plantearlo en términos de la búsqueda de un discurso propio de Malayunta o de diálogos entre músicos con distintas trayectorias, gustos, etc…  pero me gustaría saber cómo se enlazan los aportes de cada uno de los integrantes.

H.M: Yo tengo muy presente que sin estos cuatro tipos que están tocando ahora conmigo, que se copan en tocar canciones mías, en arreglarlas, en ensayar, Malayunta no sería nada.

Los diálogos, como vos decís, han madurado mucho más en el disco que estamos grabando ahora. Lo venimos grabando hace 3 meses, escuchándolo mucho, hablándolo mucho. Cosa que quizás no hicimos tanto con los anteriores; quizás por despotismo mío en el caso de Tristes Hazañas porque me había obsesionado con el sonido acústico…

Cuento con un respaldo musical que es Diego (Peralta), que es el que digita un poco la cosa a nivel orquestal. El aporte de cada uno se nota en los arreglos y en el movimiento de ciertas canciones. Cada cual se apropia de la canción y le da un aire particular. Yo aporto alguna idea y lo que queda finalmente es resultado del ensayo. Ellos la dan vuelta, la suben, la bajan, la destripan, a veces vuelve al estado en que yo la llevé, a veces no. El producto final es composición de todos. Y el tango no necesariamente está siempre presente.

Horizontes en común

Indago sobre cómo algunas cosas que charlamos operan concretamente en sus canciones. Elijo un ejemplo: “El despojado”. Él sugiere «La Musa» o «Venido a menos«. Las temáticas son, en definitiva, las mismas que en el rock están trilladas (el bar, las drogas, el amor, el desamor) pero sobre ellas aloja una estética en particular. Menard señala: “La Pizarnik dice algo así como que una mirada desde la alcantarilla puede ser también una visión de mundo”.

“No sólo decae la ciudad, decaemos nosotros. Y no lo condeno. Festejo haber nacido a esta altura del siglo”

Aparece su representación del arrabal, palabra tan cara al vocabulario tanguero, y es a partir de ella que la música de Malayunta Orquestita podría ser considerada “arrabalera y malformada”. Arrabalera contemporánea, que habla por sí misma desde la periferia y sin tomar como referencia un centro. Malformada porque atañe a un “arrabalero mutilado, tullido”, que de esa manera escapa al cliché más común.

Una vez Sergio Torres, un coleccionista de tango de acá de La Plata, me desasnó. Nos habían invitado a Radio Provincia a Los Salieris del Tango y yo le decía ‘Pero nosotros no hacemos tango, es un chiste, ¡es un coqueteo!’ y el me respondió ‘Mirá viejo, no es el mismo tango el de Corsini, que el de Troilo, y no es el mismo el de Troilo que el de Juanjo Dominguez y ¿por qué uds no pueden hacer este tipo de tango?’. El tango, como la cultura popular, no es único [no es un monolito]. Tiene su propia historia, su propio devenir como discurso artístico y a mí me interesa. Que los Malayunta sigamos manteniendo este formato habla de que también el rock nos interesa como discurso artístico. No se rechazan…

C.B: ¿Qué querrías decirle al público tanguero?

H.M: A mí me gusta el tango, escucho tango, así como escucho otras cosas, tengo una incipiente colección de vinilos de Gardel; me considero tanguero. Entonces por ese lado, me gratifica que nos tengan en cuenta en un ámbito cultural donde hay tanto, en el cual últimamente hay mucha producción.

Después, me parece que uno tiene que estar dispuesto a aceptar lo que los artistas proponen, queda en el fuero privado decidir si le gusta o no. Pero tener la oreja atenta colabora con el desarrollo de ciertas propuestas culturales. Por ejemplo, a mí no me gusta el tango electrónico, porque me aburre, pero eso acercó a muchos hacia cierto discurso tanguero, hay pibes que con Bajofondo escucharon por primera vez en su vida un bandoneón. ¿Se entiende? Está en el escucha tener cierta atención y el oído abierto a nuevas cosas. Cosas que tengan un horizonte común con lo que cada cual identifique como Tango.

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Descarga gratuita de Malayunta (EP 2011) y Tristes Hazañas de un Dopado (2014) en: www.malditasuertediscos.blogspot.com

Próximas presentaciones:

  • 15 de abril en Cabra52 (34 entre 27 y 28, La Plata). Fecha de festejo del 5to aniversario con Hernán Heguiabehere -Corazones-; Nicolás Capra -El Machaque- y Fernanda Ortega -El Manijazo- como invitados.
  • 23 de abril en Sr Duncan (Av. Rivadavia 3832, Ciudad Autónoma de Buenos Aires)
  • 6 de mayo en el Centro Cultural Mondongo (20 n°1883 entre 70 y 71, La Plata)
  • 18 de junio en Pura Vida (Diagonal 78 entre 7 y 61, La Plata).

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C. B. @cintiatango

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