Por Sebastián Linardi
Fotos: Miguel Middonno y del archivo del entrevistado.

 

El 28 de Julio, Los Garciarena graban en el teatro “El Cubo” del Abasto su segundo disco, esta vez en vivo; por eso, nada mejor que conversar con el fundador del grupo, Martín “Pitu” Frontera.
Es que este murguero, poeta, glosista, bandoneonista, compilador del arte de la glosa porteña tiene mucho que decir, no solo del grupo, sino de la murga y su relación con el tango, en tanto aristas que quedan adentro de lo que él define como “cultura porteña” y que plasma no solo en “Los Garciarena” sino también en la murga “Zarabanda Arrabalera” de la que es Director. Un mundo del que tiene la camiseta puesta.

Martín “Pitu” Frontera tiene 33 años y forma parte de una generación que, en una sociedad que se dirigía al precipicio del 2001, se refugió en la cultura popular porteña para apropiársela de una manera única, creando su propia poesía de la vida. Fue la generación del “fútbol, murga y rocanrol” que cierto “establishment” enquistado en el rock local de entonces, peyorativamente adjetivó como “rock Chabón”. Pero fue la generación que, mientras un país se evaporaba (literalmente), puso en valor a las pequeñas historias del mundo en que transcurría la vida. El de ellos. Fueron quienes le volvieron a cantar a un arrabal que, por fin, dejaba de ser un platónico “estado del alma” para volver a ser el suyo, donde pasaban sus días y no se lo contaba nadie. Los que re descubrieron los guiños de la poesía del tango arrabalero y, como parte de una nueva forma de estar en la ciudad, se apropiaron de la Murga Porteña y sus rituales como no había pasado en largas décadas. Una generación que, al fin, se volvía a sentir heredera de un legado que la arrancaba de un presente perpetuo que todo se lo fagocitaba, mutilando lazos sociales y deglutiendo el horizonte. La que se animó a tomar la palabra a partir de crear un nuevo “nosotros” (poderoso pero existencialista más que político) que delimitaba, en el mundo de los grises, un “ellos” con los que confrontar, porque ese mundo que les imponían ya no les cerraba ni los conformaba. Una generación que construyó una clara identidad de época cuando se evaporaba toda certeza respecto a qué era esa Argentina a punto de estallar. Fue en ese mundo, en esa Buenos Aires que acumulaba presión, que “el Pitu”, por entonces adolescente, se acercó a una plaza donde ensayaba una murga, comenzando un camino que ya no abandonaría.

Tocás el bandoneón y cultivás el arte de la glosa; todo el tiempo te preocupás por que el tango y la murga muestren sus lazos. En tu vida, qué fue primero ¿tango o murga?

Primero la murga. A los 15 años, a fines de los 90s, entré a “Los Crotos de Constitución”, una murga que ensayaba en el Parque del Hospital Garraham que en ese momento dirigía Félix Loiácono (N.de R: actualmente dirige la excelente agrupación murguera “Garufa de Constitución”). Fue él quien me fomentó que esas cancioncitas que por ahí escribía para mí, se conviertan en algo concreto. Si en ese momento veía la realización de los artistas como algo lejano, la murga hizo que eso se haga realidad.
Después algunos nos fuimos y en 2002 formamos “Fileteando Ilusiones de Parque Patricios”, que ensayábamos en la plaza de los Hospitales. Y empezamos con un zurdo nada más, con eso maravilloso que tiene la murga: gente del barrio que se junta a cantarle a su barrio. Esa cosa tan folclórica y tan a la sombra.
Empezamos con ese proyecto que, mientras lo hacíamos, aprendíamos como hacerlo.
Y después algunos nos separamos de nuevo y en 2008 formamos “Zarabanda Arrabalera” (N.de R: agrupación murguera de Parque de Los Patricios de fuerte impronta tanguera, reconocida por ser una de las mejores del carnaval porteño, de la que “Pitu” es su Director). Y con esa murga ya pasaron un montón de cosas. Ya había una identidad para el laburo con toda una estética de meter lo tanguero ahí. Meter bandoneón, violín, guitarra con los bombos. E hicimos un montón de cosas: tocamos hasta con “Calle 13” en el Luna Park en 2011. En 2013 fuimos a San Pablo, Brasil en un Festival de expresiones del Carnaval. Y en breve se viene un disco de “Zarabanda Arrabalera”.

Y vos en el rol de Director…

“Fileteando” fue aprender cómo manejar 80-90 piernas y filtrar todo con el pensamiento artístico de uno en tanto director, por esa idea porque no deja de tener un mensaje. Son cuestiones netamente viscerales con las que vos te conectás, de cosas de sentimientos que tienen que ser uno, pero para 90 personas. Y “Zarabanda” fue la consolidación de entender lo que es ese rol.

¿Y el fuelle?

A los 17 o 18 años lo agarré. Fui a lo de Juan Carlos Sabatini, que era un lutier que también tenía un sexteto, que me lo recomendaron. Fui para comprarlo y tomar ahí un par de clases. Yo quería tocar con el fueye en la murga y viste la canción “El sueño del Pibe”, la que cantó Maradona? (N.de R: tango de 1945, Puey – Yiso). Hicimos ese tema como homenaje a Maradona. Y así me fui haciendo de pata ancha. Escuchando, preguntando… es un nivel básico, normal, el que toco.

Bandoneón que ya apareció en “La Fonola Porteña”.

La Fonola fue un grupo de música que tocábamos por 2007 – 2008 y ahí se puso más firme la mixtura de tango y murga.
Ahí estaba Martín di Napoli y José Cornejo. Ellos me convocaron. Estaba al comienzo José Luis Lagoa, un viejo murguero ya fallecido, que también cantaba. Y empezamos a hacer los primeros temas. Hacíamos por ejemplo “Torrente” (Gutierrez – Manzi), “Oro y Plata” (Charlo – Manzi) y algunos clásicos de la murga porteña. Ahí ya con el bandoneón metía secuencias armónicas y así fuimos armando La Fonola.

Y lo conociste a Alorsa (N.de R: Cantante y compositor de “La Guardia Hereje”, grupo que marcó a fuego al tango reciente, fallecido en el 2009).

Sí, Ahí ya no estaba más en la Fonola. Yo, paralelamente hacía tango, escribía otras cosas. Lo conocí, nos hicimos amigos y se dieron las cosas de acompañarlo, de darle una mano. Nos juntábamos a tocar a veces. Yo le hice un par de entrevistas, porque ya estaba cerrando el disco de Recitados Porteños, con recitadores de tango y murga (N.de R: “De Puños Poetas”, un compilado que rescata el arte de la glosa porteña, editado finalmente en 2010). Quería seguir eso y quería hacer un registro audiovisual de los que estaban por el decir, por la palabra. Y ahí lo grabé al gordo.
Alorsa también me pasó una letra sin terminar y me dijo “tomá, si querés cerrala y quédensela”. Eran unas estrofas con música; entonces la terminamos y nos quedó para nosotros. Le hicimos el estribillo y cerramos la estructura de la canción que se llama “Requiem Pagano” y forma parte del repertorio de “Los Garciarena”.

¿Cómo te interesaste en el arte de la glosa?

A partir de la murga. Vi que ahí había un lugar para decir y como yo siempre fui de hablar un poco… (se ríe). Me di cuenta que era interesante la búsqueda. A mí ya me llamaba la atención cuando escuchaba partes habladas en tango. Y como que lo sé hacer, no sé por qué; entonces le empecé a dar bola, a escuchar y a practicar.
Además la murga tiene a la glosa en su estructura de presentación, de entrada y retirada pero paradójicamente, sentía que en general no estaba la necesidad del arquetipo que representaba todo eso. Aunque había un glosista que me llamaba la atención, que era Gustavo “Tavi” Antón, en ese entonces de “Los Cometas de Boedo”(N. de R: hoy en “Los Pretenciosos Porteños), que para mí es un decidor de la p. madre. Pero me di cuenta que no había mucho donde recurrir si querés aprender eso y terminé dando 5 años de talleres de recitado porteño. Más que nada para el paño murguero que tenía bastante flaco ese lado, que ahora se acomodó bastante.

Pitu-recitando

Y llegaste a publicar un libro con tus poemas y glosas.

Sí. “Verso Guacho”. Un libro de poemas de tango, milonga y otras letras, editado en 2013, acompañado de un disco que contiene diez poemas del libro, recitados por mí, en formato despojado, acompañado solo por la guitarra de Pablo Perez.

En el universo de la murga porteña ¿qué es lo que a vos te gusta?

Como producto te pudo decir, obviamente, que me gusta lo que se plasma en “Zarabanda Arrabalera”. Pero a mí lo que me enamora es el género en sí. No de una murga nada más. No te puedo focalizar en una sola cosa porque para mí, de una murga lo que me enamora, es lo folclórico. Lo virgen que es el género. Me enamora esa inocencia que tiene, esa cosa “bruta” para protegerse, para guiarse, para esconderse, para cuidarse.
Si te dijera que me gusta “tal murga porque es re tradicional” no me alcanzaría, porque es más que eso. Lo que a mí me interesa es ese extremo folclórico que tiene; que la murga está para la gente todo el tiempo. Y que se respira en el aire. Lo veo todo el tiempo en la esquina de mi casa. Me gusta muchísimo la murga tradicional pero después me gusta llegar a un producto bueno. Me gusta ver algo distinto, que tenga esa raíz tradicional solo para poder saber desde donde sale; pero a la vez que innovación no sea solo una cuestión de poner por poner.

Hablás mucho de la esquina cuando te referís a la murga.

La esquina, como decirte la plaza. O un club. Serían esos espacios que mantienen lo social. En mi caso sería la esquina, la vereda. La murga tiene eso que me interesa. Tiene esos espacios donde se puede cuidar esa inocencia. Nosotros nos seguimos poniendo contentos cuando hay una comida en la vereda. Tiene que ver con algo nuestro. Y eso sucede en la esquina de casa y no pasa en muchos otros lados.
Eso no quiere decir que no se pueda estudiar y trabajar o hacerla afinar. El cuidado y cuidar toda esta cuestión que sucede en la esquina tiene que ir a la par del respeto al género y generar un buen producto con la murga.

¿Y cómo se lleva lo de tener un buen producto con el carácter abierto de la murga porteña?

Por ejemplo, en el espectáculo. En la murga puede cantar cualquiera… se puede cantar desafinado… es verdad, se puede. Pero de la murga depende que los 8 o 9 que se suben al escenario, canten afinados. O sea, si vos querés subir al escenario, entonces aprendé a cantar. Si aprendés a cantar, subís al escenario. Si me relajo no estoy cuidando el espacio.
La murga te permite aprender a tocar desde adentro… pero siempre para tener una concepción artística porque sino se termina mutilando al género mismo.

Pero en Zarabanda es notable que todos hacen todo recontra bien. No se ven integrantes “a mitad de camino”.

Nosotros tenemos la idea de hacer coreografías y eso se logra ensayado. Laburando. Sabes que hay murgas que te van a romper más las bolas que otras. Bueno, Zarabanda es eso.
Tampoco es que si no alcanzás el nivel no salís; esto es una murga, no un ballet. Pero sí lo que hacemos es subir el nivel; no es relajado. Si todos vamos para un lado vos no podes irte para el otro lado. Todo se logra laburando y ese es el lado para el que vamos con la murga.

Contame de “Los Garciarena”.

Yo venía de “La Fonola Porteña” y quería armar un proyecto con mis canciones. En el primer momento, en 2009, estaba con Leandro Orellano y Miguel Figueroa de la Fonola. Primero convocamos a Carlos Paltrinieri, que era un viejo murguero que solo estuvo los primeros meses. Y después lo convocamos a Dany Laham (de “Los Viciosos de Almagro”). Y ahí empezamos formar bien las canciones y las letras. De a poquito fue tomando forma.
Después integramos a los “Zarabanda” Julian Nenna, Gastón Puchet y Sebastian Corzo. Y después a Ignacio Fornos que venía de “Los Cachafaces de Colegiales”.
Ahora Leandro Orellano no está; está cantando Nacho Fornos que antes hacía coros.
En cuanto al concepto, más allá de la impronta tanguera nos preocupamos por mantener en el alma del grupo la estructura de escenario de una murga, que tiene recitados, que tiene un color de cantor para cada canción. Así como en la murga el cantor de crítica es “el” cantor de crítica,lo mismo el de Retirada o el de Homenaje. Por más que cantes bien, tu rol tiene que ver con la forma, con el fraseo. En “Los Garciarena”, es lo mismo; cada canción es para cada cantor. Eso lo mantenemos.

Más allá de anclarse en la murga, parecería que en “Los Garciarena” imperara cierto tono de nostalgia.

El color tiene mucho que ver con una cuestión de la letra. Yo escribo de esa forma. Me interesa no tanto lo triste sino que tiene que ver con lo nostálgico, con lo tierno, con esa cuestión de protección, de tener cuidado.
Y también tiene que ver con que si bien es murga y es 4×4, también metemos muchas notas menores, como en el tango. Tiene una estructura y estética, sino tanguera sí porteña. Una cuestión identitaria que surge. Pero no es una nostalgia “de reniegue” tipo “lo de antes era mejor” sino que tiene que ver con esa cosa de mirar la ciudad desde un punto de vista de niño. Como una cuestión de ternura, de sencilleces. Como que eso lo pone ya en un lugar de dulzura . Por eso las tonalidades calmas y bajas.

Y tienen un público que los sigue…

Sí. Un montón de gente que viene, que en general tiene que ver con el paño de la murga. Pero ya viene también gente de otros lados. Pero el grosso, es murguero.

¿Qué es lo que presentan ahora en el Teatro El Cubo?

Es la grabación de un disco en vivo y un DVD con algunos temas del primer disco y varios temas nuevos como “Disfráz de Bondi” que es una canción de murga porteña que homenajea a los micros escolares que en carnaval nos llevan a los Corsos. “Murguerito” que es la única canción nueva que no escribí yo, sino que la escribió Marcela Grillo que es la esposa de Dany Laham, que le puso la música. “Mi refugio” que es sobre un barcito que está en frente de la vieja Cárcel de Caseros, donde paraban taxistas donde uno, de chico, había sido domador de osos de un circo de pueblo y después se tuvo que poner a manejar el taxi en la gran ciudad. “Volveremos” que es un recitado mío que grabé como colaboración en el disco de “Moradores” (N.de R: “Moradores” es un grupo de tango dirigido por la violinista Matilde Vitullo) al que ahora le pusimos música y quedó como un pregón de retirada.
Hay también un tema que se llama “Mi tango” que va a cantar Facundo Radice y tocarán los violines de Gabi Bartolomei y su hijo, Julián Bartolomei, todos de la Orquesta Típica La Vidú.
También va a estar como invitado el saxofonista Victor Murstein (que viene trabajando hace rato con el tango, la murga porteña y su fusión con la música Klezmer).
Va a haber 15 bailarines en escena. Y una escenografía muy Abasto, con vitrales que se van a ir iluminando, haciendo las veces de las ventanas del viejo mercado, con la imagen de Evita, de Maradona y de “Mordisquito” (N.de R: Personaje de Discépolo que apoyaba al primer gobierno peronista, que se caracterizaba por hablarle a un “contrera”).
La presentación va a ser un laburito grande y sentimos que podemos hacerlo.

¿Cómo ves la situación de la cultura popular en este momento que estamos viviendo?

Ahora, siento que la cultura popular sigue intacta, como venía. Siento que no se fue, que no se frenó. Que la gente sigue con la cabeza bien abierta y con el corazón intacto. Sí está complicado respecto a los lugares para tocar y todo eso. Pero en sí, la cultura popular, más allá del contexto, no se frena ni se pincha.

¿Y en cuanto al Carnaval Porteño, cómo lo ves?

El Carnaval es una fiesta. Pero una fiesta que está en un punto intermedio.
El Carnaval tiene que atraer a la gente. Y no es solo de las murgas, es de todos.
Si queremos que la gente participe del carnaval, tenemos que generar una necesidad. Es necesario que esa necesidad salga de las murgas, que sean cada vez mejores y gusten. Que esa persona vuelva a un Corso, tiene que ver con que le haya gustado lo que vio.
En ese sentido, estoy totalmente de acuerdo con los Jurados en los Carnavales Porteños, en cuanto a que mantengan la función por la que existen, que es mejorar la calidad artística de las murgas. Eso me parece fundamental para que la movida crezca y el Carnaval también. Carnaval que tiene interés por ser parte de nuestra historia. Parte de la cultura popular. De nuestra identidad.

  • Los Garciarena graban el Cd + DVD en vivo el jueves 28 de Julio a las 20hs en el Teatro “El Cubo” (Zelaya 3053, barrio de Abasto, Buenos Aires).
    El grupo está integrado por Daniel Laham (acordeón, bandoneón y voz), Martín “Pitu” Frontera (bandoneón y recitados), Julián Nenna (guitarra y voz), Ignacio Fornos (voz), Gastón Puchet (percusión y coros), Sebastián Corzo (bajo) y Jonatan Ceballos (percusión).

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