Pauline Nogues es una joven pianista de origen francés, que vive en Buenos Aires y dirige su propia orquesta típica. El fenómeno del tango de exportación ha cambiado, ahora se importan músicos del exterior que reimpulsan el género.
¿Cómo conociste el tango, cómo fue tu primera aproximación?
La primera vez que tomé contacto con el tango fue cuando vine de viaje como turista a Buenos Aires, un poco de casualidad porque vine acompañando a mi hermana, no fue un viaje que yo haya planeado. La primera vez que escuché tango fue, como lo hacen por lo general los turistas, en el Tortoni, viendo a bailarines. Me gustaba mucho ver a la gente bailar, me parecía interesante, y después me interesé más por la música.
Cuando volví a Francia empecé a encontrarme con argentinos, y descubrí que en mi ciudad había un club de tango donde todos los jueves había clases. Empecé a ir ahí a aprender a bailar, y ahí empecé a conocer a otros músicos. Primero fue el baile, y después la música. En realidad no es que sea fanática del baile, iba más que nada para encontrarme con argentinos, estar con gente que me parecía interesante.
Te habías enganchado con el baile como encuentro social…
Si, tal cual, me gustaba el ambiente de la milonga.
Es algo que fui conociendo cada vez más, arranqué conociendo el tango «for export» y después empecé a averiguar, a buscar, y conociendo. Fui escuchando más, y reduciendo y quedándome con lo que más me gusta.
Sos pianista desde hace mucho tiempo, ¿cuál es tu formación musical?
Si, soy pianista clásica, tuve 15 años de formación musical. Con el tango también descubrí qué era lo que quería: quería hacer música popular.
Estaba en el conservatorio en Toulouse, que es como muy clásico y cerrado, muy exigente.
Al ver que en Francia había gente que tocaba tango, que hay talleres, clases, orquestas que son convocadas, ahí empecé a conocer gente que tocaba y empecé a probar un poco, ahí descubrí rápidamente que me gustaba mucho más que lo que había hecho hasta ese momento, que venía de tocar en el conservatorio. De pronto descubrí que podía tocar en vivo, y divertirme haciéndolo, era otra cosa. Eso es algo que me gustó mucho del tango, y enseguida me pegó!
Cuando me dí cuenta de eso, dí vuelta todo, hice muchos cambios que me llevaron a instalarme acá, y hacer mis proyectos.
¿En Francia estabas tocando tango con otra gente?
En realidad participé más en talleres, pero tocar en un grupo no. Iba más a escuchar orquestas que venían de Buenos Aires. También tenia una amiga en la universidad, que estaba muy metida en el ambiente del tango, y me hizo escuchar mucha música.
Más que tocar, lo que hice allá fue escuchar.
¿Cómo fue la decisión de venir a instalarte acá?
En Francia había llegado a un punto donde se cerraba un ciclo, tenía que empezar a trabajar con la música, pero no tocando sino enseñando en el conservatorio o en colegios.
Me quedaba eso, empezar a enseñar en colegios, que no me interesaba para nada. Quería hacer otra cosa. Viajé 2 veces antes de venir a instalarme acá, la primera con mi hermana y después vine una vez más con esta amiga que te contaba. Entonces ya conocía la ciudad,conocía gente y sentí que quería venirme a vivir acá. Además, cuando volvía a Francia extrañaba Buenos Aires, entonces me dije «es ahora o nunca». Llegué a un cruce en ese momento, a un límite, en el que tenía que tomar una decisión, tenía la necesidad de abrir otro panorama, tocar con otra gente.
¿Allá hay mucha gente a la que le gusta el tango no? Hay un ambiente bastante grande de tango…
Si, pero yo pienso que para conocer bien el tango hay que estar acá. Es distinto, inclusive suena distinto. Es distinto escuchar a un europeo, o incluso a un argentino que vive hace mucho tiempo en Europa y que toca tango allá, suena diferente a la gente que toca acá.
Estando en Francia por ejemplo, si bien muchas cosas son parecidas, no deja de ser un mundo distinto, con otro entorno y otra realidad. Y es como estar un poco desconectado de la realidad de acá, porque acá el tango evoluciona todos los días de acuerdo a la realidad social que representa. Es una evolución constante. Y todo esto se escucha en la música.
¿Cuánto hace que vivís en Buenos Aires?
Desde julio del 2007, ya van cuatro años…
Hablas un perfecto castellano, bien porteño, casi no tenés acento…, ¿ya te sentís un poco argentina?
Totalmente, es realmente lo que me pasa…. y acá me siento como «en remojo» en una salsa…
«Te sentís en tu salsa»…
Sí, me siento muy parecida a gente que conozco de acá, sobre todo en el ambiente de la música y del tango en particular. Tenemos las mismas inquietudes, las mismas luchas que tenemos todos los músicos. Ganando en pesos y no euros, pagando mi alquiler, estoy en una realidad que comparto con mis compañeros, no es que estoy con mamá y papá que me mandan dinero de allá, sino que trabajo para sostenerme como los demás, y es algo que yo elegí así, qué se yo… es más divertido, sobre todo es más real…
Vos dirigís la Orquesta Típica Andariega. ¿Quién hace la elección del repertorio, los arreglos?
Yo elijo los temas, y después lo consulto con los chicos. Los arreglos son míos. Nos gustó la estética que se fue desarrollando, y tenemos un poco los mismos gustos.
Y también componés…
Sí, hasta ahora tengo un sólo tema propio, pero es algo que quiero seguir desarrollando.
¿Cómo se llama el tango?
Pertenencia.
¿El nombre sugiere tu sentimiento?
Sí, no sólo por la pertenencia a un lugar, lo pensé más por pertenecer a un grupo, tener una identidad.
Están grabando el primer disco, ¿para cuándo sale? ¿Hay gira?
Empezamos la primera sesión en diciembre pasado en el estudio Ion, con cinco temas, y en mayo pasado terminamos de grabar. El disco es la meta de este año, saldrá para septiembre. Este año no hay gira, el año que viene si, hay una gira europea, estamos preparándonos.
En la orquesta hay varios argentinos y varios músicos de diferentes países, ¿cómo viven el trabajo en este entorno multicultural?
Todos elegimos un trabajo artístico, que es difícil en sí, también serio y también puede ser divertido. Todos dejamos cosas en nuestro lugar de origen, para hacer esto, esas cosas nos unen. Y los argentinos de la orquesta también comparten la decisión de hacer este trabajo con todos los riesgos que tiene, en vez de hacer otra cosa… nos juntamos para hacer nuestro proyecto, y eso hace que nos entendamos todos muy bien.
Seguramente habrás escuchado comentarios como «¿qué hacés acá? ¿cómo te viniste de Francia, «estás loca»? ¿Qué sentís cuando te hacen ese tipo de comentarios?
Hay una «visión de primer mundo» que mucha gente idealiza, y que no comparto. Hay algo también que es muy «argentino» y es que muchos vinieron justamente de Europa, y quisieran volver allá. Hay una idealización, pero la verdad es que allá no está todo resuelto, incluso muchas cosas que se lograron en el pasado, los gobiernos actualmente lo están restringiendo. Hay muchas dificulades, en Francia hay cada vez más desocupación… no está todo «genial» en Europa. Entonces yo contesto en esos casos, que en el primer mundo no todo es lo que mucha gente imagina y que no estoy loca…jaja… que sólo estoy haciendo lo que me gusta.
Si hubiera tenido que ir a otro lugar para eso, también lo hubiera hecho. Lo importante es estar en el lugar donde te sentís en sintonía con la gente y con lo que hacés.
Ya conocés bien la escena de tango, ¿qué es lo que más te interesa de lo que ves que hay?
En el tiempo que llevo viviendo en Buenos Aires conocí mucha gente en el tango, diferentes maneras de tocar y promover el género, con el tiempo vas eligiendo lo que queres hacer, porque es un ámbito chico pero con muchos aspectos, maneras de hacer la música y de ser músico, eligiendo lo que te gusta, la gente con la que te gusta trabajar.
Las posibilidades son muchas y es muy interesante poder elegir de qué manera querés hacer tango.
Para mí es importante tener un proyecto propio, es lo que a mí me permite aprender muchas cosas, no sólo en cuanto a lo musical. Aprender a llevar adelante un proyecto, gestionarlo, sostenerlo, trabajar con otras personas en un objetivo común. Salir adelante cuando no hay plata, ni nadie que te da pelota, y sostener el grupo, estar siempre motivados. A mí es lo que más feliz me hace, pero es una cuestión de carácter, es lo que yo necesito y lo que me hace bien a mí.
Es un proyecto en el que además puedo volcar todo lo que estudié, darle un sentido a todo lo que había hecho. Entonces al fin lo puedo usar!
Además de piano estudié musicología, y todo lo que es armonía, contrapunto, solfeo… tengo una formación completa en música clásica. Ahora estoy aprendiendo más otras cuestiones, como cuestiones sociales, de gestión de grupo…
Sos la «jefa» de una empresa…
Si, es así, y esas son cosas que no aprendés en el conservatorio. La formación no incluye «cómo presentarte» cómo conseguir trabajo, así que lo vas haciendo con la experiencia, con prueba y error. El saber cómo armar un proyecto, para mí, debería ser parte de la educación musical.
Sí, es una falencia en las escuelas de arte en general, por lo menos acá es así, en Bellas Artes tampoco te enseñan como presentar tu trabajo ni cómo tratar con una galería…
En Francia también es así, en muchas partes en Europa, salvo algunos países como Inglaterra por ejemplo, que además de aprender tu instrumento te enseñan cómo armar tu grupo, cómo moverlo y promocionarlo. Tienen dentro del plan de estudios materias que ayudan con estas cuestiones.
En este sentido la «Goñi» ocupa un poco ese lugar, es eso, es el lugar donde podés aprender a crear tu proyecto musical. Incluso, a desarrollar tu identidad dentro del tango. (Escuela Orlando Goñi)
Si, tal cual, y eso es el trabajo real. Yo creo que es importante como músico poder vivir de tu trabajo y llevar adelante un proyecto. La Goñi es un espacio ideal para la formación de músicos que desean llevar adelante un proyecto musical profesional, desde todos esos aspectos.
La Andariega organiza también una milonga los domingos en Buenos Ayres Club…
Sí, nuestra milonga es los domingos, hay una clase a las 21 hs, a las 22 arranca la milonga, alrededor de las 23 toca la Andariega. A nuestra milonga viene un público muy variado, es un espacio en el cual se juntan las distintas generaciones, bailarines o no, músicos o no, gente del barrio, turistas o milongueros de todas las edades.
Personalmente, lo que me parece un logro, es convocar no solamente a los bailarines sino también por ejemplo, a jóvenes que nunca escucharon tango (nuestros amigos, o gente que cayó ahí de casualidad, y hay!) y que salgan de ahi con una sonrisa y diciendo «nunca hubiera pensado que una milonga era así!», se sacan prejuicios y lo disfrutan. De hecho me gusta, a la hora de volantear y promocionar la milonga, dar volantes a jóvenes de acá, parejas, y gente del barrio. A nosotros nos interesa que la milonga sea un espacio social de encuentro no sólo reservado a los bailarines, mucha gente disfruta de la música y la orquesta en vivo, y el espacio de encuentro de la milonga.
Publicado en Tinta Roja Nr. 1, Agosto 2011