Foto: Juliette Igier
Paulina Fain es flautista y docente. Junto al pianista Exequiel Mantega integra el dúo Fain-Mantega, con el que recorre diversos rincones de Argentina enseñando lo que más le gusta: a tocar Tango. Con la Asociación Civil “Tango sin fin”, está organizando el Primer Encuentro Internacional de Tango para Músicos.
Paulina, ¡es admirable cómo administrás el tiempo para hacer tantas cosas! Además de flautista, sos docente, autora, dirigís una colección de libros de métodos de tango, sos mamá… y ahora estás organizando el Primer Encuentro Internacional de Tango para Músicos. ¿Cómo surgió la idea de este encuentro para instrumentistas?
Con Exequiel Mantega, mi marido, hicimos muchos viajes por el interior del país dando clases a músicos que quieren aprender el género. Nos dimos cuenta del gran interés por el tema. Observamos que chicos de Tucumán, por ejemplo, se tomaban un micro para venir a Buenos Aires por un fin de semana, tomaban una clase el sábado a la mañana, otra a la tarde, después iban a algún concierto y ya se tenían que volver.
Nos dimos cuenta del enorme esfuerzo que esto implica para los chicos del interior que están interesados en aprender el género. Y ahí nos propusimos realizar este encuentro, que durará una semana, y se hace justamente en vacaciones de invierno para que puedan asistir durante toda la semana a las clases y talleres y poder aprovechar así de una experiencia más completa.
¿En qué consiste la programación de esta semana de encuentro?
Habrá clases de instrumento, de arreglos, de composición, de armonía, de estilo. Los alumnos integrarán diversos ensambles con los que al finalizar las clases, durante el fin de semana de cierre, se realizarán conciertos. Es una semana de actividad bien intensa para que puedan aprovechar al máximo la estadía y el esfuerzo que ya implica el pagar un pasaje y venirse hasta acá.
Una de las premisas principales es encontrarse con los colegas, como el nombre lo indica “Encuentro de músicos”.
Sí, exactamente, algo que vimos que pasa mucho en el interior es que los músicos no se visualizan entre sí. Lo que quiero decir con esto es que son chicos que estudian en el conservatorio, tienen su clase de música de cámara, se embolan un poco y tienen ganas de hacer otra cosa, por ejemplo de tocar tango. Pero no saben que al lado tienen a otro músico que siente lo mismo. Son músicos que no andan con un cartel colgado que dice “yo quiero tocar tango” (risas) pero son muchos los que tienen la inquietud.
¿Y en el interior es factible reunirse, a pesar de las distancias?
Sí, fijate por ejemplo entre Tucumán y Salta, por ahí hay nomás una hora de viaje en micro. Para ellos sería fácil encontrarse si se conocieran. Por ahí un contrabajista no sabe que hay una orquesta a una hora de donde vive que lo está buscando. Por eso es un buen momento para hacer mateadas regionales, zonales, así se conocen y se encuentran. Sobre todo para que puedan surgir grupos nuevos.
Además es en un grupo o en una orquesta donde realmente aprendés a tocar.
Y sí, porque así arranca la cosa, donde te empezás a preguntar con el resto ¿qué tocamos? Y empezás tocando algunos arreglos ya hechos, y con el tiempo te ponés a arreglar vos y después en muchos casos te ponés a componer también. Por eso es que juntarse es una experiencia tan rica.
Todos los que hacemos tango, más allá de que en algún momento estudiamos con algún maestro, sabemos que hay un paso muy grande en la formación que se da cuando tocás con otros en algún grupo.
¿Quieren apuntar a formar nuevos compositores y arregladores? ¿Orientar a los músicos hacia una búsqueda en la composición, o por lo menos darles las herramientas para que eso ocurra?
Es que el tango te permite eso. Fijate que el músico de tango tiene un rol mucho más protagónico que el que tiene el intérprete de música académica. El músico académico está totalmente atado a la partitura. En una orquesta de tango la comunicación entre los intérpretes es mucho mayor, es casi como un equipo de fútbol, donde los roles y la comunicación son dinámicos, sino no suena.
Por eso molesta cuando en un concierto los músicos están demasiado compenetrados en leer. Le falta algo a esa interpretación.
Sí, y a la vez no sé si es tanto el tema de leer o no. Es más el estar bien atentos, estar escuchándose para interactuar. La calidad en el tango para mí tiene que ver con la comunicación y con la entrega que como músico ponés, con qué intensidad elegís y buscás para que esa versión sea única. Porque podés estar tocando sin la parte y estar pensando en un partido de fútbol… ¡es así! (risas)
Por eso yo digo que el problema no es el papel en sí. Por ejemplo, si te dan un poema para leer, pasa lo mismo. Vos podés leerlo en el momento y así te vas enterando sobre la marcha de lo que dice. Pero si vos lo lees durante una semana, te vas metiendo en ese texto, lo vas masticando y viendo qué vas a expresar con eso, es otra cosa. Entonces no importa si tenés el papel en la mano, el tema es el compromiso con ese texto. Eso es lo que cambia, y en la música es exactamente lo mismo, porque también es un lenguaje. En la escuela te pueden hacer aprender de memoria un poema y podés recitarlo automáticamente, ¿dónde está el compromiso? Yo digo que hay músicos que pueden hacerse cargo del contenido, tengan o no el papel adelante.
¿Con qué criterio se hizo la elección de los docentes?
Nos planteamos que los docentes fueran buenos músicos que a la vez tengan capacidad para enseñar, que tengan la apertura de actitud para transmitir. Un buen músico no necesariamente es un buen docente. Queremos que las clases permitan el seguimiento personalizado de los participantes. Es algo en lo que coincidimos los docentes que participamos (Diego Schissi, Julián Peralta, Pablo Fraguela, Pablo Motta, Exequiel Mantega, Hernán Possetti, Ignacio Varchausky, entre otros) Cada uno da clases a su manera, no es que asistimos a “la escuela de docencia del tango”, por eso nos interesa el intercambio entre nosotros como docentes.
¿Cada uno tiene un estilo, una manera de transmitir?
Sobre todo distintas experiencias, por eso queremos también lograr un intercambio entre nosotros, saber qué es lo que funcionó bien, y qué no tanto. Es importante poder armar un seguimiento para estar seguros de que los conocimientos realmente queden adquiridos.
Nosotros aprendimos mucho repitiendo. Escuchando y repitiéndolo. “Tocá este arreglo” te decían. Y listo. Venimos de una época en la que te tenías que arreglar bastante como podías. Como alumno, te preguntabas dónde podés meter, por ejemplo, un arrastre*. Y como alumno tenías que ponerte a analizar cuáles son los posibles usos, y te preguntabas cómo el género te permite usar esos elementos.
Hoy nos proponemos enseñar de otra manera. En el mismo momento de la clase le decimos al alumno, a ver, tenés una melodía original, de editorial, vamos a aprender qué se puede hacer con esa melodía, qué tratamiento le podemos dar, cómo podés orquestar esa melodía. Así nos proponemos formar a los intérpretes de una manera más completa, como a futuros compositores o arregladores.
¿Se anotó mucha gente?
Sí, ¡muchísima! Superó nuestras expectativas, quedan para algunos instrumentos muy pocas vacantes. Y también se reunió gente de mucho nivel.
¿De Argentina, del exterior? ¿En qué proporción?
Hay inscriptos de diferentes regiones del interior del país, algunos del Gran Buenos Aires, y también hay inscriptos de Japón, Europa y bastantes participantes de otros países latinoamericanos. Hay aproximadamente un 70% de inscriptos argentinos y un 30% de músicos del exterior.
Qué bueno, significa que los músicos locales pueden acceder al encuentro, más allá de las dificultades económicas que a veces conlleva elegir esta profesión.
Sí, estoy muy satisfecha con lo que está pasando. Se está generando a su vez una suerte de “encuentro dentro del encuentro”. Con los chicos del norte que conocemos, muchos son ya alumnos nuestros, y son músicos que ya están dando clases y tienen sus proyectos musicales. Con ellos armamos una red de colaboradores, y ellos son los coordinadores locales. Se está armando una movida interesante donde se organizan por ejemplo peñas para juntar la plata para viajar al encuentro en julio. Se ponen así en movimiento personas y emprendimientos para apoyarse y compartir un proyecto.
También tenemos una cantidad de becas disponibles para alumnos argentinos que no dispongan de los medios para participar. Quien no pueda pagar los cursos puede aplicar para una beca. No queremos que nadie se quede afuera por falta de plata.
¿Este proyecto está organizado de manera independiente? ¿Reciben el apoyo de empresas o de organismos estatales?
Esto lo organiza la asociación civil “Tango sin fin”, que fue fundada en 2013 con el propósito de impulsar este tipo de actividades. Tenemos también el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Nación, ellos se encargan de organizar las actividades que se llevarán a cabo en el Centro Haroldo Conti de martes a viernes a partir de las 18 y el sábado y domingo durante todo el día, una serie de conciertos y charlas magistrales que serán de libre acceso para el público interesado. Todo el encuentro se desarrollará en espacios de la ExESMA, porque necesitamos bastantes aulas para las clases y los diferentes ensambles. Habrá actividades por un lado en el predio de la ExESMA, en el Haroldo Conti, en el Archivo Nacional de la Memoria, en el Ecunhi y en la Tecnicatura de Música Popular.
Estamos contentos que estos espacios están comprometidos con esto, como ya ocurre desde hace un tiempo que son espacios dedicados a la cultura y la formación de las nuevas generaciones. Nosotros creemos que debe ser una cultura abierta y librepensante.
Algo importante también es que se están componiendo 12 obras originales nuevas para este Encuentro de Músicos. Diego Schissi, Ramiro Gallo, Exequiel Mantega y Julián Peralta, componen obras para todos los ensambles, las que serán estrenadas durante el sábado y domingo como cierre de este primer encuentro. Y luego esas obras empezarán a circular por diversos ensambles de todo el país, difundiéndose así nueva música argentina y nuevos compositores.
Esto es algo especial, ya que si hay algo que alegra especialmente a un compositor es que te llamen para pedirte que compongas para alguien. ¡Es la gran felicidad!
¿Eso no pasa muy seguido?
La verdad que no, y es un buen momento para que pasen estas cosas.
¿Cuántos ensambles habrá en el Encuentro?
Habrá un ensamble sinfónico, 2 orquestas típicas, orquesta de cuerdas, orquesta de vientos, ensamble de guitarras, tocar a la parrilla (**) y también tocar a la parrilla para acompañar cantantes.
¡Qué interesante! No hay todavía lugares en donde aprender a tocar a la parrilla para acompañar cantantes.
Así es, y hay muchos chicos interesados en esto. Así que ahí estarán Pablo Fraguela y Pablo Motta enseñando los yeites.
Comentabas que ustedes justamente son una generación de docentes que viene de un tiempo de “arreglárselas como puedas”. Hasta no hace mucho no había métodos de enseñanza. ¿Esto te inspiró a crear la colección de métodos?
Riccordi me convocó para dirigir la colección. Ellos por un lado me elogiaron mi libro de método de flauta, y al mismo tiempo me pidieron que hiciera un método para instrumentos que son más protagónicos en el tango como el bandoneón, violín, etc. Así fue que convocamos a especialistas de cada instrumento para llevar adelante esta colección.
¿Cómo fue el método de trabajo con los distintos músicos, y tu rol como directora de la colección?
Nos reuníamos los autores durante el proceso de escritura cada 15 días donde ellos traían los capítulos y los discutíamos. Con Ramiro, que colabora conmigo en esto, chequeamos que todos los conceptos tengan el mismo tratamiento y enfoque. Y los mismos recursos de descripción del lenguaje. Antiguamente cada arreglador escribía como quería y esto funcionaba porque tenía a sus compañeros músicos al lado, cuando tocaban se podían consultar entre sí. “Esto lo pensé así, aquello tiene que sonar así.” Aunque todo eso no estuviera en la partitura, funcionaba igual.
Como músico académico vos aprendés a retener los conceptos, tenés una comprensión y un análisis de eso, y después se toca. En este caso tuvimos que armar una decodificación del género, con Ramiro (Gallo) y Hernán (Posetti), fuimos a ver a todos los maestros, los que están vivos, y a preguntarles, a ver… ¿vos cómo anotás la síncopa? Por ejemplo. Y así decantamos un código de todo lo que andaba dando vueltas, porque hay mil formas de anotar un marcato, por ejemplo.
Buscaron un código común, como el que se logró en la música académica.
Claro, y es importante esta decodificación porque así las próximas generaciones tienen un material de lectura que hace que lo que tocan suene como suena en la cabeza del compositor. Estas músicas viajan a todos los rincones del mundo, y el compositor no siempre viaja con la música.