por Anahí Pérez Pavez

 
Hace días se cumplieron dos años desde que gritamos juntas por el aborto legal. Ese derecho que conquistamos en las calles pero que el poder político aún no promulga. Llegó la pandemia y se redobló la hostilidad. Van cinco meses de una situación económica grave que desnuda la precariedad del tango y los límites del Estado a la hora de garantizar políticas que salvaguarden y promuevan la cultura.
Hace tres años se creó la Asociación Trabajadorxs del Tango Danza, para luchar contra la informalidad entre bailarines y acabar con los abusos y atropellos laborales, por fin llegaba la hora de asumirse como trabajadoras y trabajadores de un sector que hace rato lustra los zapatos de la argentinidad de cara al mundo. Acaso, ¿alguien quería pensar en lxs laburantes? Llegaron ellxs, Inés Muzzopappa, Soledad Nani, Johana Copes, Corina Herrera son sólo algunas de las muchas referentas del tango danza que pusieron manos a la obra en las necesidades y carencias sindicales del sector. Además, durante el azote del Covid distribuyeron donaciones, ayuda alimentaria, a lxs tanquerxs en situación más vulnerable.
Recientemente, otras voces, quienes garantizan la existencia de espacios de baile y disfrute de “música ciudadana”, desde la Asociación de Milongas con Sentido Social –Mi. Se. So- y la Asociación de Organizadores de Milongas -A.O.M- dejaron de lado divergencias y aunaron esfuerzos para declarar de modo conjunto: “la manifestación cultural por excelencia de nuestra Ciudad está en riesgo de extinción”. Llamaron a “la reflexión y al diálogo a los funcionarios correspondientes para alcanzar soluciones”, dando cuenta de que “no hemos recibido ningún tipo de ayuda del Ministerio de Cultura de la Ciudad” y que como única respuesta les llegó el adelantamiento de la fecha de convocatoria a BAmilonga, el programa que debería otorgar subsidios al sector y que hasta el momento no los liquida en tiempo y forma. Asimismo, la Red Nacional de Tango y el Consejo de Tango Danza difundieron un comunicado donde señalan que “el gobierno de C.A.B.A. maltrata al tango”. Desde Colectivo de Compositorxs y Autorxs de Tango -C.A.T.- se sumaron a manifestar “malestar y disconformidad con la modalidad” de las convocatorias al Festival de la Ciudad y señalaron cierta arbitrariedad de criterios de selección. La Asamblea de Colectivos Tangueros también llamó a “propiciar el debate” desde sus redes y comparte el enojo general.
Además circula disgusto en grupos de Whatsapp, no hay acuerdo respecto del número pero muches coinciden en un alto porcentaje de invitaciones por parte del Festival de TangoBA donde, cuentan off the record: “llaman y proponen dar una clase gratis. Así nomás. Es una falta de respeto total. Más en este contexto.” Esto sucede en el marco del tambaleante Festival y Mundial de Tango de Buenos Aires, que en la web oficial esboza un tímido: “Suspendido”.
Desde grupas feministas la invitación a participar del Festival de Tango estuvo y hay quienes la valoran y consideran un reconocimiento. Toda mirada es válida. Ahora, ante semejante contexto cabe aludirse el término feminista pinkwashing, que hace referencia al uso comercial o político del feminismo, un modo de “lavarse la cara de rosa” como estrategia de oferta o venta al público por parte de Instituciones, gobiernos o empresas, que puertas afuera buscan mostrar cierta amplitud de miras, mientras puertas adentro no cambian las condiciones de explotación.
Resulta ejemplar cómo colectivos con diferencias ideológicas o de perspectiva de base se unen tras un reclamo común. Parecen gritar: ¡Basta de precariedad en el tango! Llaman al respeto y a un piso mínimo de dignidad: que les paguen. Entre sus voces se escucha que “se hizo costumbre invitarnos a participar gratis” y procuran que este maltrato se termine.
Apareció una iniciativa por redes, los mensajes refieren a “bailarinxs autoconvocadxs”. Llaman a un #Tangazo para hoy miércoles a las 18:00 apostando a “que cada amante del tango se haga oír”, sumando volumen a la protesta. Coincide con la A.O.M. que reclama lo que muches: “somos cultura, necesitamos que nos valoren y nos cuiden”. Ojalá se activen los canales de diálogo y fluyan los fondos ahorrados en infraestructura física para lxs trabajadores que no hacen más que construir cultura.
 

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