Por Carlos Zito
La última presentación de Cucuza y Moscato este jueves en el Torquato Tasso, más allá de un emocionante recital de tango, fue una entusiasta fiesta de la amistad. El Tasso no estaba lleno de «público», estaba lleno de amigos. Empezando por la barra seguidora y fiel de la casa matriz, el Bar El Faro. Sobre el escenario había dos artistas unidos por una profunda amistad, Cucuza y Moscato. Y los invitados (Ariel Ardit, Hernán Genovese, el trío de Horacio Avilano) lo fueron en su condición de amigos.
Cucuza y Ariel Ardit cantaron a duo
Precisamente, Avilano, refiriéndose a Cucuza, sintetizó el espíritu de la amistad porteña que flotaba en el aire, al referirse a Cucuza con una frase perfecta de sencillez y de franqueza: «Lo quiero más de lo que lo conozco».
Entre los primeros tangos, Cucuza y Moscato interpretaron algunos de los favoritos de sus seguidores: Lo que vos te merecés, Cobardía, y Pucherito de Gallina. En este último, como de costumbre, Cucuza invitó a la sala a cantar el estribillo, hallando como respuesta cien entusiastas gargantas que coreaban: «Cábareeeeet, Tropezooooón…».
Aquí cabe recordar la conocida dificultad para volver a poner el dentífrico dentro del tubo una vez que salió. A los fervorosos seguidores de Cucuza y Moscato les gusta tanto cantar, que muchos no se conforman con el estribillo, y siguen con el resto del tango. Así lo dejan a veces al cantor en falsa escuadra, al pronunciar antes que él el verso que sigue. Habría que recordarles lo que decía Gardel a los bailarines de la trouppe: «¡Sin el marlo, muchachos, sin el marlo!».
Hernán «Cucuza» Castiello y Maximiliano «Moscato» Luna
En un intermedio, el trío de Avilano se lució con dos tangos de la Guardia Vieja, El Pollo Ricardo y 9 de Julio, junto a Moscato Luna. Y las violas siguieron tallando, con la llegada de Mateo Castiello (14 años), hijo de Cucuza, que interpretó el célebre vals Quiero ser tu sombra, del venezolano Antonio Lauro. A continuación, papá Castiello, acompañado únicamente de su hijo, derramó el ácido tema del Gordo Alorsa, La Nena, que, como siempre, generó sonrisas forzadas entre varios padres de familia presentes.
Mateo Castiello, el trío de Horacio Avilano y Moscato Luna
Avanzada ya la noche, Cucuza tomó el micrófono y cubrió de elogios a uno de los invitados sorpresa. La figura elegante y la sonrisa gardeliana de Ariel Ardit surgieron entonces sobre el escenario, en medio del entusiasmo de la concurrencia. Primero solo, y luego en dúo con Cucuza, Ardit cantó Baldío de barrio, La Mariposa, Caminito soleado, y Sueño querido.Ya pasaban de las tres horas ininterrumpidas de puro tango en la casa de la calle Defensa, cuando se levantó la sesión, a pesar de los numerosos «¡Otra!» de quienes seguramente extrañaban las recaladas faroleras. Cucuza y Moscato pueden estar satisfechos: con esta brillante presentación en uno de los mejores escenarios de tango de Buenos Aires mostraron que pueden copar cualquier parada.