En la Casa Nacional del Bicentenario se desarrolló un encuentro para pensar los vínculos entre las mujeres y el tango. Con exposiciones de Florencia Abbate, María José Mentana y Soledad Venegas, la reunión fue la quinta del ciclo “Tango es patrimonio”.
Por Marina Cavalletti
Foto destacada: Soledad Venegas, Florencia Abbate, María José Mentana y Mercedes Liska (de izquierda a derecha). Foto de Marina Cavalletti.
El 30 de septiembre de 2024 se cumplen 15 años desde la declaración del tango rioplatense como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Por tal motivo, la Secretaría de Cultura organizó charlas para todo público, conferencias académicas, milongas y espectáculos musicales en los diversos museos y espacios dependientes de Cultura.
En ese contexto, el pasado jueves 1 de agosto se llevó a cabo un conversatorio, en el marco del ciclo Tango es Patrimonio, donde se analizó al rol femenino dentro del 2 x4, en la Casa Nacional del Bicentenario, con la moderación de Mercedes Liska.
Puede afirmarse que la presencia de las mujeres en el tango es indiscutida y creciente en la actualidad. Además de ganar lugares en los escenarios, es motivo de reflexión, estudios y encuentros. Así recientemente se llevó a cabo un conversatorio centrado en ese tópico, con notables oradoras y artistas.
En la mesa, tres destacadas investigadoras repasaron los aportes al tango de distintas compositoras y letristas a lo largo del tiempo, y se refirieron también a varias figuras históricas y actuales de la escena tanguera.
En ese marco, Soledad Venegas –etnomusicóloga, flautista y educadora musical– expuso un trabajo con la intención de “indagar en los principales problemas para abordar el tema de las compositoras mujeres en la historia del tango, sus posibilidades de consolidar trayectorias artísticas y los roles marcados tradicionalmente por el género”.
La investigadora, quien junto a Julia Winokur ha compilado el “Songbook Mujeres compositoras de tango: Desde los inicios hasta la actualidad”, en sus dos volúmenes, destacó a grandes hacedoras como Nelly Omar, Tita Merello, Paquita Bernardo, Rosita Quiroga, Ebe Bedrune, Maruja Pacheco Huergo, Mabel Wayne y otras.
En una labor exhaustiva, Venegas analizó los roles de instrumentistas, autoras y compositoras y resaltó a la poco reconocida Estela Dos Santos, una historiadora que afirma que “el tango es creado, administrado y dominado por hombres, y ha tenido en su centro una zona marginal habitada de mujeres, que lo cantaron y lo bailaron.”
Seguidamente, con un tono más evocativo y experiencial, la cancionista María José Mentana rememoró su inicio en los escenarios, a los 9 años, y la posibilidad de conocer la historia del tango “de primera mano”. En un relato emotivo, la vocalista describió sus actuaciones en “La tanguería de Don Emilio” en la calle Defensa, del barrio de San Telmo, también en San Isidro y otros lugares fuera del país. “Eso que era un juego, hermosísimo para mí, se transformó en mi forma de vivir” remarcó. Aseguró además que siempre estuvo rodeada de mujeres y que Beba Bidart fue una “tremenda compañera” que le “enseñó todos los trucos, todo lo que había que aprender para poder llegar al escenario con seguridad, con aplomo, con conciencia y, por sobre todas las cosas, con trabajo”.
Florencia Abbate, María José Mentana y Mercedes Liska en el encuentro «Las Mujeres del Tango». Foto: Marina Cavalletti.
Mentana compartió comentarios y anécdotas con Roberto Goyeneche, Floreal Ruiz, Virginia Luque, Rosita Quiroga, Tita Merello, Nelly Omar y dedicó un espacio particular a Nelly Vázquez: “su vida se apagó muy tristemente, creo que ella es el ejemplo más fiel de la pena que han sufrido las mujeres”, opinó.
Para cerrar su participación, que incluyó un fragmento a capela de “Sueño de barrilete” evocó a Eladia Blázquez, a quien caracterizó como modesta, sencilla, risueña, mordaz y sumamente humana. “Conocerla fue maravilloso y me dio pena no haberla podido disfrutar más. Me encantaba llamarla por teléfono, porque en su contestador, en un minuto, ella hacía una síntesis de lo que había pasado en el país la semana anterior y te enterabas de todo”.
Llegado ese punto, la última oradora del encuentro Florencia Abbate, responsable de la Antología “María Luisa Carnelli. Poemas, Tangos, Crónicas”, publicada este año por la USAL, se explayó sobre la figura de la primera letrista del tango canción. “Llegué a ella analizando la literatura de los años 20, una década tan vanguardista, de gente tan pionera en tantas cosas. En esa década las mujeres comenzaron a profesionalizarse y trabajar, no sólo como maestras si no en el periodismo y la literatura, en el tango, en la música. Y ella fue pionera en todo, en varios frentes”.
Florencia Abbate, María José Mentana y Mercedes Liska en el encuentro «Las Mujeres del Tango». Foto: Marina Cavalletti.
Tras aportar interesantes datos biográficos, Abbate hizo foco en la letrística de Carnelli, que firmaba con los pseudónimos Luis Mario o Mario Castro y que creó obras como “Viejo Fonógrafo”, “El Malevo”, “Pa´l Cambalache” , “Se va la vida”, “Primer agua” o “El taura”, inspirada en Ernesto Ponzio. La especialista acentuó que algunas de las letras de Carnelli tenían un “componente de humor ya que ella se resiste un poco al sentimentalismo que Contursi introduce”.
En la misma tónica, la catedrática subrayó que Carnelli tenía un gran manejo del lunfardo y que eso generó un debate, porque se suponía que la poesía debía estar escrita en lengua culta y “si bien ella no utiliza el lunfardo en sus poemas, tiene una poesía muy coloquial”. Abbate también se refirió a la labor de su investigada como corresponsal de Guerra en España, su amistad con Antonio Machado y lo revolucionario de su única novela “Quiero trabajo”, tanto en su temática como en su diagramación.
Brigitta Danko en violín y Jacqueline Oroc en cello. Foto: Marina Cavalletti.
Para concluir la reunión, la música dejó su huella con piezas diversas: “Boedo”, “Si sos brujo”, “Decarísimo”, “Corralera”, “Triunfal” y “Flor de Lino” poblaron la sala, con versiones a cargo del Dúo de la Orquesta Nacional de Música Argentina integrado por Brigitta Danko en violín y Jacqueline Oroc en cello.
