La cellista Veronica Votti, las violinistas Solenne Bort y Anne Le Pape, y contrabajista Anne Vauchelet.

Por Claude Mary
Fotos Carlos Zito

Este martes, pocas horas antes de regresar a Francia, en una tarde porteña lluviosa y gris, casi parisina, las cuerdistas de Fleurs Noires aprovecharon los últimos momentos en Buenos Aires para tomar una clase magistral Mauricio Marcelli. Por fin llego la hora de despedirse. Están felices, aunque algunas tienen los ojos brillosos de lágrimas. En dos semanas, fueron nueve conciertos en cinco ciudades: Rosario, San Pedro (Bs As), San Juan, La Paz (Entre Ríos) en esta Capital Federal, donde tocaron durante el Gran Festival de Tango. Para culminar se presentaron este lunes en el teatro Maipo, concierto que reflejan nuestras imágenes.

Contrabajo: Anne Vauchelet, bandonéon: Véronique Rioux, violin: Solenne Bort

En la casa de su mamá, en Almagro, nos recibe Verónica Votti, la chelista del grupo, mientras sus compañeras cierran el equipaje. Sus ojos claros brillan cuando nos cuenta como fue lo que llama el primer “desembarco” de esta orquesta de señoritas en la Argentina. Mientras Eve Cupiel, la longilinea bandoneonista, se despide porque sale para ver un quinteto porteño y para ir a bailar, Anne Le Pape, primer violín sintetiza estos días de gira con una sola palabra: «Emoción».
Lo que Verónica, la violonchelista del grupo, explica asi : “Hasta ahora, había como dos mundos paralelos, y con esta gira, se produjo una unión muy fuerte de ambos. Todavía no me doy bien cuenta de lo que pasó. Nos conocemos desde hace nueve años y las chicas francesas de la orquesta recién ahora conocieron a nuestras familias, los lugares donde crecimos. Y vinimos a exponernos, a presentarnos con la música que hemos construido allá, del otro lado del charco. Pusimos mucha emoción en todo lo que hicimos. Fue muy fuerte.”
Para Solenne, “fue muy emotivo conocer las distintas regiones de donde son oriundas las argentinas. Hemos hablado mucho entre nosotras, las francesas. Vimo como se implicaron los familiares en esta gira. Cuando nos recibieron en el aeropuerto, sentí como si fuera mi propia familia, y empecé a llorar. Fue una viaje lleno de emociones muy fuertes. Me llamó la atención la pasión con que nos recibió del público, la gente parada y buscándonos para abrazarnos al final de los conciertos.”
En Francia, las Fleurs Noires tocan en un ciclo de conciertos en el barrio de Menilmontant, llamado «Buenos Aires sur Scene», que se desarrolla en la sala Studio de l’Hermitage. Dura todo el año, y se realiza en tercer jueves de cada mes. Es como un espejo, un paralelo de Tangocontempo. «La idea es que en un momento podamos intercambiarnos, “cruzar el charco”. Estamos en contacto con Falabella y con Matías González que fueron los que tuvieron la idea. En Paris, tocamos también en el Triton donde hay un Festival de Tango».
Tocan mucho en Francia, en Bélgica, en Holanda. Fueron invitadas al sultanato de Omán. Fue la primera vez en la historia del sultanato que se tocaban tangos, y … se lo bailaba. «En la sala, había solamente tres mujeres. Fue muy algo fuerte que tocara una orquesta exclusivamente femenina» recuerda Anne Le Pape.


Carolina Poenitz, bandoneón y Anne Le Pape, violín

En el teatro Maipo, la mayor ovación se la llevaron por el único tema de ritmo netamente tanguero que tocaron: «Disonante» de Julián Plaza. Y en general, fue algo que percibieron: una mejor respuesta cuando tocaban temas tradicionales. Solenne lo encuentra“algo normal” y Verónica piensa que “estamos un poco obligadas para mostrar qué podemos hacer. Es como una prueba de fuego. El ser humano siempre está atrasado. Pero lo que es genial para mí, en todo tipo de música, es que el núcleo nunca se pierde, se escucha siempre. Se puede llamar tango a las composiciones tradicionales y no a lo que estamos haciendo nosotras. El viejo tango está, lo vamos a escuchar toda la vida. Nunca se pierde. Cual sería el riesgo de tocar algo diferente. Ninguno. Al contrario!”
En Paris, Solenne tiene muchos discos de Piazzolla y de la Fernández Fierro. “Descubrí Piazzolla de casualidad, durante un taller de violín. Un pianista me enseñó a cantar Vuelvo al Sur. Me pareció magnifico y de vuelta en Paris, encontré el disco. Lo escuche por un cantante con una voz quebrada y me di cuenta que yo lo había cantado con mi voz de pito. Fue mi descubrimiento del tango. Me encantó. Quise tocar tango y por una casualidad de encuentros, me crucé con una solista que conocía a Verónica. Entré en la orquesta como violinista cuando se creó. Fueron las chicas las que me enseñaron las chicharras, los ruidos, los acentos, los yeites ”

Andrea Pujado, violín y Verónica Votti, violonchelo
El encuentro de Anne Le Pape con el tango fue en el Conservatorio de Gennevilliers, cerca de París. “Allí estudié un año. A fin de año se organiza un concierto y tocamosel Concierto por dos bandoneones de Astor Piazzolla. Tuve un verdadero shock emocional al escuchar. Al año siguiente me llamaron para decirme que Juan José Mosalini organizaba un “taller de tango”. No lo podía creer. Y el taller rápidamente se transformó en su orquesta. Llamó a Osvaldo Calo, a Roberto Tormo y todo empezó así, en 1992. Los que tocábamos cuerdas no sabíamos nada y Mosalini nos explicó todo, a su modo, de cómo lo veía en las orquestas. Ahora fueron muy interesantes las tres clases que tomamos aquí con los tres violinistas. Ya antes, amigas argentinas me habían regalado muchas grabaciones, Di Sarli, Julio de Caro, Gobbi, Pugliese. Escuchaba y trataba de hacer lo mismo, todos los rubatos. Tuve contacto con otras músicas, como la música yiddish, pero el tango me deslumbra, es una música inmensa. Nunca te va a cansar. Y evoluciona muchísimo. Es muy rica para tocar con cada instrumento, piano, bandoneón, guitarras. ¡Es apasionante!


Eve Cupial

Sandra Rumolino, la voz de las Fleurs Noires


Andrea Marsili, piano y dirección

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