Por Carlos Zito

 

Tres de los mejores bandoneonistas de los últimos tiempos, más dos guitarristas excepcionales, más un violinista y un contrabajista de primerísima línea, más -casualidad- dos pianistas con ilustre apellido tanguero. Todo eso en el mismo espectáculo, materializado en un dúo, un trío y un quinteto. Semejante cosa pudo verse y oírse el sábado 12 en el Torquato Tasso, y habrá de repetirse todos los viernes y sábados de mayo.

Duo Pane- Rivas

Empecemos por el dúo: El fuelle es nada menos que Julio Pane, sobrio y talentoso bandoneonista que pasó por las principales orquestas, desde Salgán hasta Federico, incluyendo el sexteto de Astor Piazzolla. La guitarra está en manos del joven Hugo Rivas, una de las violas tangueras que más brillan hoy en día. Juntos, con un sonido que recuerda a la célebre yunta Troilo-Grela, se despachan con joyitas como «Amurado», «Danzarín», «Milonga de mis amores» y el bonito vals de Feliciano Brunelli, «Ilusión de mi vida», cerrando con «La Cumparsita», en una versión sólo apta para virtuosos.

Néstor Marconi y su hijo, el pianista Leonardo Marconi

Ya comenzaba uno a acomodarse en su silla, cuando apareció en el escenario del Tasso la inconfundible figura de Néstor Marconi, flanqueado de su hijo Leonardo, que lo acompaña en el piano, y de otra silueta fácil de reconocer, la del contrabajista Juan Pablo Navarro. El trío también arrancó con uno de Maffia: «Taconeando». Vino luego una bella versión de «La última cita», seguida del tango de Néstor Marconi, «Para el recorrido». Y llegaron los esperados Piazzolla: «Prepárense», en un sólo de bandoneón que se fundió en el trío, para hacer una excelente interpretación de «Adiós Nonino». Pero había más del mentado trío: un hermoso arreglo de «Los Mareados», y de postre la milonga «Corralera». La sala ya estaba más que tibia.

Quinteto Real: César Salgán, Falabella, Navarro, Peresini y Corrales

Fue entonces el turno del Quinteto Real, que Cesar Salgán -hijo de «Don Horacio»-  retomó en dirección y piano, conciente de la singularidad de esa histórica formación. Hoy en día la conforman junto a él, Carlos Corrales en bandoneón, Esteban Falabella en guitarra eléctrica, Juan Pablo Navarro en contrabajo y Julio Peresini en violín. Sin más trámite, el grupo sumergió al público en ese modelo de tango que es «Recuerdo», de Osvaldo Pugliese, seguido de «Canaro en París» y «Ojos Negros», donde se luce el afinado violín de Peresini. De golpe, como un eco llegado del pasado,  los compases inconfundibles de «Hotel Victoria» recordaron a todos que tenían enfrente al Quinteto Real. Después de «Taquito militar» y de sus propios temas, «Milongas y milongueros» y «A dos mujeres», César Salgán insinuó una despedida, que el público consideró con justicia- algo precoz, siendo premiado con dos bises: «El Amanecer», con los alegres pajaritos de Peresini, y por último, sin dudas el mas bello tango de Horacio Salgán, «A fuego lento», cuya variación final interpretó magníficamente su hijo, que puede perder todo complejo: es por si mismo un gran interprete y un inspirado compositor.

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