Este miércoles 6 de junio Tinta Roja presentó en el Centro Cultural de la Cooperación, en plena avenida Corrientes, «La noche de Osvaldo Peredo», un recital de tangos del singular cantor, a quien la revista le había dedicado un extenso reportaje y la tapa de su número 3.

Fue también el debut de la Orquesta Típica de Almagro, que en esta ocasión acompañó a Osvaldo Peredo.

La flamante típica está conformada por consagrados profesionales:
Juan Pablo Gallardo en piano; Juan Miguens en contrabajo; Nicolás Perrone en bandoneón; Lucas Furno, primer violín; Ernesto Gómez, violín; Javier Kase, violín; Karmen Rencar, violonchelo.
Próximamente se sumarán a la orquesta otros dos bandoneones: Nicolás Maceratessi y Santiago Arias, y otro cantor más, Leandro «Negro» Falótico.

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Osvaldo Peredo canta «Gólgota»

Osvaldo Peredo canta «Campo Afuera»

A sala llena y muy aplaudido, Peredo arrancó su actuación con dos temas acompañado únicamente por el piano de Juan Pablo Gallardo: el tango de José María Contursi «Cosas olvidadas», y el vals «Bajo un cielo de estrellas». Afectado por una molestia en sus cuerdas vocales esa noche fría y ventosa del miércoles (en la calle había 5 grados) el cantor resultó particularmente convincente al asumir la letra de «Canción de ausencia» : Ya tengo miedo del invierno frío y del otoño con sus hojas muertas, del viento hiriente cuando silba y clava, como un puñal, etc. Pero al segundo o tercer tango, Peredo ya había alcanzado su velocidad de crucero, y su voz obedecía a la victoriosa voz del amo. Así que siguió con «Cuando me entres a fallar», «Una tarde cualquiera», «Absurdo», «La luz de un fósforo», «Tormenta», «Quedémonos aquí». Y finalizó con: «Gólgota», desgarrador tema de Gorrindo, donde el cantor logra transmitir de manera estremecedora su contenida indignación.

En primera fila: Luis Filipelli, Cucuza Castielo y el «Negro» Falótico, tres
grandes cantores acudieron a escuchar al maestro Peredo.

De su lado, el debut de la flamante típica no dejó dudas: un sonido redondo y arreglos modernos, pero tangueros. Las cuerdas -que suelen ser el punto débil de muchas jóvenes orquestas de tango- estuvieron impecables, al igual que el fuelle de Perrone, los solos de violín de Lucas Furno, y el preciso contrabajo de Juan Miguens. Por último, Juan Pablo Gallardo mostró cuánto le gusta ese nuevo chiche que es la orquesta típica, tanto dirigiéndola en algunos pasajes, como mandando desde el piano contundentes oleadas rítmicas, que parecen ser un sello distintivo de la nueva formación. Por ese camino, el tango promete recuperar la cadencia elegante y categórica que está en las dos sílabas de su nombre.

Carlos Zito

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