Por Sebastián Linardi

La murga porteña, hermana bastarda del tango, siempre fue considerada un género menor. Creada en la misma época y en el mismo caldo social que el llamado “2 x 4”, su espíritu colectivo la llevó a quedar confinada a los barrios y a la fiesta del Carnaval.  Expresión comunitaria en el más profundo (y a la vez, más simple) sentido de la palabra, el género carnavalero fue creado, alimentado y mantenido vivo por artistas anónimos, de esos que, además de ser artistas, para parar la olla trabajan de otra cosa.

Y sin rechazar a nadie; el derecho de admisión no figura entre los criterios carnavaleros de este lado del río. Por eso, sus cultores fueron relegados del canon artístico, etiquetando a la murga como una expresión vulgar (su estética y sensibilidad desfachatada, alejada de una supuesta “seriedad culta”, ayudaron a ello). En la década del 70, el género cayó en decadencia de la mano de la prohibición de los feriados de Carnaval por parte de la última dictadura militar. Fue recién a finales de la década del 80 del siglo XX cuando este género fue re descubierto, comenzando una paulatina, pero incesante, etapa de crecimiento y diversificación de sus expresiones, lo que derivó en un verdadero semillero murguero cuyas ramas no dejan de diversificarse.

Pero por otro lado, el tango, su hermano exitoso y reconocido, también fue dado por muerto antes de tiempo, teniendo que demostrar, aún hoy, que sigue vivo y dando batalla, en una relación compleja (y en algunos casos ambigua) con ese rico pasado que a veces amenaza con volver a devorárselo todo (más allá de los esfuerzos de decenas de creadores).

Cabalgando entre ambos géneros, se podría decir que “Los Habitués” logran trascender los lastres mencionados más arriba. Anclados claramente en la murga porteña, a la que adaptan para lograr una propuesta de escenario, este grupo aborda un repertorio fuertemente tanguero (aunque no solo). Y por más que la gran mayoría de esos tangos sean clásicos arrabaleros, este grupo logra salirse del “revival”. Tal vez,  hasta más allá de su voluntad. Y en eso tiene mucho que ver su búsqueda artística, un verdadero acierto.

Es que este grupo murguero, de fuerte anclaje coral logra, con su “canto con todos”, darles a los tangos de siempre una nueva vitalidad. Insospechada. Una frescura que los arranca del pasado y los vuelve al ruedo con una energía que, de alguna manera, parece surgir de las entrañas de esta época. Por algún motivo. Y en eso también hace su aporte la musicalización elegida que mantiene el despojamiento sonoro de la murga porteña en clave de bombo con platillo, redoblante y guitarra; instrumentos que, al día de hoy, mantienen intactos su anclaje en el mundo popular (se recomienda hacer una escucha atenta del bombo con platillo tocado por Ariel Poggi: una verdadera muestra de las potencialidades y versatilidad de este instrumento percusivo, que sorprenderá a más de uno).

Claro que el tango tiene sus exigencias estéticas y una de ellas es cierta mesura y autocontrol. Por eso, frente al desborde energético de una murga tradicional, el abordaje que le hace este grupo al género carnavalero es mucho más cuidado, atento a las afinaciones corales, a la instrumentación y arreglos musicales. Es en toda esa negociación mutua, donde inevitablemente ambos géneros ceden algo, donde también ambos géneros se enriquecen. Y en la cocina de este caldo porteño surgieron verdaderas joyas tangueras, como las increíbles versiones de “Chorra” (Discépolo), “Carnaval” (Aieta – García Jiménez) o “Siga el corso” (Aieta – García Jiménez) que tiene todo para quedar entre las interpretaciones más acertadas hechas a este clásico; la cadencia murguera elegida para acompañarlo tiene mucho que ver.

Pero también integran el repertorio composiciones de autores contemporáneos que ya venían abordando al género carnavalero, como Alejandro del Prado, de quien interpretan una deliciosa versión de “Aquella murguita de Villa Real” o el aguerrido “Las virtudes del petardo”. También abordan el repertorio de Eduardo “Pitufo” Lombardo con la canción “Rocanrol”, sin duda un tango de “esos”, que están destinados a perdurar. Del legendario grupo murguero “Sacate el Almidón”, rescataron las canciones “Serenata de Carnaval” y el ya casi clásico “14 de mayo”, ambos de Marcelo Galatti. Como acierto adicional, se puede mencionar la inserción, en algunas canciones, de fragmentos de poesías de Juan Gelman, Roberto Santoro y Gonzalo Vázquez (este último, integrante del grupo).

Pero no todo lo abordado es tango y murga. Imposible no mencionar la deliciosa versión de la canción de Almendra “A estos hombres tristes” (L. A. Spinetta), donde el bombo con platillo logra cadencias insospechadas para este instrumento, acompañando una melodía compleja y a la vez nostálgica. O la alegre versión de la cumbia popularizada por Gilda “No es mi despedida” (J. C. Giménez – O. E. Bianchi), con la inclusión de coros femeninos y capaz de hacer bailar al más amargo.

En cuanto a las composiciones propias, el tango “Diez líneas” (J. Condomí – G.Vásquez), una presentación entrañable de este grupo. O la adaptación a la letra delHimno Nacional Argentino devenido en un emocional “Himno Nacional Carnavalero” que, desde su descontracturada alegría, nos regalan una versión del original que bien merece ser escuchada (y abrazada).

Los Habitues - las patas en las fuentes Este primer trabajo discográfico de “Los Habitués” es una verdadera puerta de entrada, no solo hacia este grupo, sino también a la riqueza de la murga porteña, un género local incomprendido y estigmatizado, víctima muchas veces de los peoresprejuicios de clase. Y la buena noticia es que Los Habitués forman parte de su revancha. Que se la merece.

Sebastián Linardi
* N. de R: El disco se consigue escribiendo a loshabitues@gmail.com.
Los Habitués se presentarán en el Carnaval Porteño de este año. Como parte de sus salidas,
una noche organizan “El Bondi Habitué”, donde se van de gira nocturno-matinal por tres o
cuatro corsos de su Buenos Aires querido invitando a quienes quieran a participar “desde
adentro” de la fiesta del Carnaval. Quienes participen se deben anotar y asistir disfrazados,
para poder subir al bondi que los habrán de llevar de corso en corso, de barrio en barrio. Más información en: www.loshabitues.blogspot.com.ar

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