Por Sebastián Linardi

Lucio Arce nunca dudó en tomar al tango como su medio expresivo. Lejos de aquella mirada excesivamente respetuosa hacia el género lo suyo fue, desde el comienzo, largarse a componer e interpretar aquello que había compuesto. Lo había demostrado en su primer disco “Tangos inesperados” (2003) y lo había confirmado en el segundo “¿Trajiste la guitarra?” (2008). Con una impronta inspirada en el tango canción de la década del 20 (aquella forma entre humorística y trágica, de estructuras simples e historias insertas en cierta épica popular), Arce se la apropia como código creativo sin por ello sonar a “recreación posmo”. Al contrario, la simpleza y complicidad propia de aquella época se adaptó más que bien a las historias de sus canciones, muchas en clave de sarcasmo en tanto arma de crítica: el humor ácido sigue siendo el gran compañero de buena parte de su producción. En su tercer disco “A la salida del Cabaret” (2012) el autor retoma varios de los ejes temáticos que, cual marca propia, venía continuando de un disco a otro. Así, si en el disco anterior había sorprendido con el gracioso “El incomplé”, en este sorprende con “El mala onda”, un tango rencoroso que, de tan rencoroso, termina siendo gracioso.

El fútbol también sigue siendo un tema recurrente en sus canciones, como “Potrero Argentino”, un homenaje a los futbolistas que se hacen desde abajo, “Gorro bandera y vincha”, en clave de candombe uruguayo, o el increíble “Pasala morfón”, en dupla con el cantor Hernán “Cucuza” Castiello, sobre un pibe habilidoso con el balón pie pero que adolece de aquel defecto tan odiado por los futboleros.

Los tangos desopilantes también siguen siendo parte de su producción. Ya lo había demostrado en el disco anterior con “La última molleja” una canción donde reactualizaba el tanguerísimo tópico del “amurado” a partir de la historia… ¡de una molleja olvidada en una parrilla! En este disco continúa esa saga con la excelente “Monsieur Bidet”, en clave de canción francesa; un homenaje al inventor de aquel artefacto de los baños, indispensable para algunos entre los que, evidentemente, se encuentra este artista.
Pero no todo es humor, como lo demuestra “Su buen nombre y honor”, un homenaje a su viejo que emociona, o “Garoto de Fiorito”, en aires de bossa nova.

Comentario aparte merece “A la salida del Cabaret”, un tango “bien arriba”, emulador de cierto repertorio Gardeliano donde se describe sin moralinas el ambiente de un cabaret actual, con sus claroscuros respecto a las chicas que allí trabajan. Una bocanada de aire fresco entre muchas de las canciones del nuevo tango, que a veces aburre (y otras irrita) por el apego exagerado hacia lo “políticamente correcto”.
Tercer disco de Arce que lo ubica entre aquellos cantautores con más resto a la hora de animarse a retomar al tango como herramienta expresiva. Un abordaje libre, sin pudores, con guiños y complicidades donde el tango, en vez de monumento, es sólo un puente entre las personas. Ni más ni menos.


 

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