Por Santiago Federico Richetti
Viego Baldío. Música: Roberto Grela / Letra: Víctor Lamanna
Heredero de una tradición representada por exponentes como Ignacio Corsini, Nelly Omar, Edmundo Rivero, entre otros, Nicolás “Choco” Ciocchini explora e interviene el terreno de la canción criolla. Acompañando su voz únicamente con su guitarra, la cual ejecuta de manera prodigiosa, valiéndose de sus propios arreglos y de sus amplios conocimientos musicales –pues durante su carrera ha transitado por diversos géneros, como ser el folclore, el tango, la murga y el rock –, el Choco, como lo suelen llamar, es el generador de un clima ameno e intimista.
Dichos rasgos estéticos han quedado plasmados formidablemente en su primer trabajo de estudio como solista, Viola mía. Allí conjuga el espíritu del suburbio citadino con el del campo bajo el rótulo inconfundible de música rioplatense, haciendo relucir el peculiar éthos que reúne a la música de esta región más allá de las particularidades de cada género. Este trabajo consta de tangos (Viejo baldío, No te apurés Carablanca, Regin, Mi vieja viola), milongas (Bettinoti, Guitarra dímelo tú, Sin novedad, Milonga triste), estilos criollos (La mariposa, A mi morocha) y un candombe (Tamboriles), seleccionados y ordenados harto prolija y equilibradamente como para que el escucha pueda disfrutar del disco de principio a fin. Se trata de un repertorio clásico –en el que se filtra muy acertadamente un tango contemporáneo de Alfredo “Tape” Rubín, Regin–, que Ciocchini versiona con su particular estilo, imprimiéndole a cada tema su propio sello.
Además de su estilo simple y sin pretensiones y de los arreglos para guitarra que, como ya hemos dicho, el mismo cantor y guitarrista ha elaborado (algunos de ellos inspirados en arreglos clásicos), parte de la frescura y la autenticidad del presente disco radica en que fue grabado en directo e interviniendo lo menos posible la desnudez de la voz y la guitarra.