Por Hernán Gallegos

Si vuelvo a Buenos Aires

La guitarra y el tango van unidos desde sus comienzos; de hecho, allá lejos y hace tiempo, la viola era el instrumento utilizado para acompañar, para solear, o bien -en el caso de orquestas y sextetos- para suplir al piano, sobre todo en boliches y fondas en donde no contaban con uno.
En este caso, y a hoy día, el Quinteto de los Santos se despacha con un disco que tiene como resultado un desfile de excelentes cantores acompañados por músicos que tocan, (desde un lugar humilde pero nunca secundario) con la escuela de los grandes guitarristas encima.
Si bien el recorrido que hacen por tangos, candombes y milongas clásicas es abordado con un estilo profundo y no exento de buen gusto, resultan destacables las composiciones de Alberto de los Santos –guitarrista y director del quinteto-. Un ejemplo claro es la “Milonga de las dos orillas”, que evoca con justeza y belleza, y entre Zitarrosa y Yupanqui, el punto en donde uruguayos y argentinos cantamos una misma copla.
Hay en este disco, amén de preciosas imágenes urbanas, un perfume a Río de la Plata que conmueve desde un lugar diferente y a su vez, cotidiano. Un lugar que, en un intento por describirlo, devendría presuntuoso. Por ello, encuentro más pertinente instar al lector a comprar y escuchar el disco.
Vale la pena.

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